jueves, 28 de marzo de 2019

La primera Leica de Cartier-Bresson

"La Leica es para mí ... una memoria, un espejo de la memoria"
Todo el mundo sabe que Henri Cartier-Bresson es uno de los grandes de la fotografía. Todo el 
mundo le asocia con una Leica  de 24x36, el arma de los reporteros. Pero ¿cuando se compró la primera cámara? ¿Y por qué?
Cartier-Bresson nació en 1908 en Sena y Marne, no lejos de donde hoy está Disneyland París. A su padre le gustaba dibujar, pero quería que su hijo estudiara una carrera de provecho, Comercio. El joven Henri, sin embargo, no aprobó el bachillerato. Asistía a un liceo de postín (Condorcet), pero no estudiaba. Se pasaba el día leyendo a Rimbaud, Dostoievsky y Proust. 
Los lazos de la familia con el mundillo artístico hicieron que le acogiera el pintor Jacques Emile Blanche, lo que le permitiría trabar amistad con Max Jacob y Max Ernst. Por su cuenta frecuentaba el Louvre y las galerías del primer marchante del cubismo, Khanweiler, y de Percier, asistía a las tertulias surrealistas de André Breton y Louis Aragon  y se entusiasmó con el primer cine de Buster Keaton, Griffith y Eisenstein.
En 1930 se va a África  donde hizo algunas fotos, pero será en Marsella, a su regreso en 1931, donde dará el paso definitivo. La revelación fue una fotografía de Martin Munkacsi tomada hacia 1929 en Tanganica. Es una imagen vertical, con tres niños negros jugando con las olas en la orilla. Un contraluz que transmite entusiasmo juvenil. Será el instante decisivo de Cartier Bresson. Se compró su primera Leica. Y a viajar. 
"La Leica es para mí un cuaderno de dibujos, un diván de psicoanalista, una metralleta, un gran beso cálido, un electroimán, una memoria, un espejo de la memoria". Esta frase de Cartier-Bresson encabeza la exposición que dedica a los primeros años del maestro (1926-1938) la Fundación que lleva su nombre en París. 
El centro abrió en noviembre su nueva sede en Le Marais, barrio poblado de centros culturales. La Fundación alberga 200.000 negativos y contactos, 50.000 tiradas originales de Cartier-Bresson en unas condiciones sin parangón. Añádanse 4.500 cartas y manuscritos y más de 6.000 artículos de prensa. Un paraíso para el investigador.
Además de las primeras imágenes del maestro de reporteros, también puede verse una de sus primeras Leicas. Y la foto de Munkacsi que el descubrió en la revista Artes y oficios gráficos y por la que abandonó la pintura. "Debo decir que esa foto prendió la llama. Hay en esa imagen tal intensidad , tal espontaneidad, tal alegría de vivir"...
Iñaki Gil. Madrid. El Mundo, sábado 9 de marzo de 2019.  

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