viernes, 29 de marzo de 2019

Berlioz, el genio elemental

Berlioz
El 8 de marzo hizo medio siglo que murió en París, a los 66 años, Louis Hector Berlioz, una de las mayores glorias de la música francesa, un artista apasionado, excesivo, malhumorado, pendenciero, aventurero, un personaje muy característico del romanticismo francés, un representante de la desmesura, arrojado y algo anárquico, prototipo del artista múltiple de esa etapa. A los 23 años se enamoró perdidamente de la actriz irlandesa Harriet Smithson, que nunca le correspondió y que fue quien le inspiró su obra más famosa, la Sinfonía Fantástica (1830), una catapulta pura para la obtención del preciado Premio de Roma.
De la importancia y significado de su obra, de su estilo y de su personalidad nos informa esta frase de Paul Dukas:"La primera convicción que se impone después de la audición de la música de Berlioz, cualquiera que sea el sujeto al que se aplique, cualquiera que sea la forma particular que revista, es la naturaleza dramática del estilo de su autor. Todo con Berlioz deviene drama". Una opinión con la que concordaba en buena medida el musicólogo León Vallas, que resumió muy acertadamente los rasgos esenciales de la música del compositor. Se reducía muchas veces a colocar acordes perfectos sobre las notas principales de su melodía cuando no utilizaba, simple y llanamente, las reglas del bajo de Rameau. El doblar la melodía en unísono o en octava era otro de sus procedimientos favoritos. Pero esta relativa elementalidad otorgaba frecuentemente a su música un encanto singular...
Sus óperas -Benvenuto Cellini, Les Troyens- no tuvieron en su tiempo demasiado éxito, pero sus obras religiosas -Te Deum, Requiem- y sus piezas sinfónicas -la Sinfonía Fantástica, la Sinfonía Fúnebre y Triunfal, Lelio, Harold en Italie y una serie de oberturas- no pasaron desapercibidas. Y su leyenda dramática La condenación de Fausto fue por lo general bien acogida. Pentagramas todos ellos de los que hoy disfrutamos y que nos ilustran acerca de la grandeza de su creador. En todos ellos pervive su ansia más profunda la búsqueda de la unión perfecta entre música y poesía.
A. Reverter. El Cultural, 1-3-2019

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