lunes, 8 de julio de 2019

Agnès Varda, memoria de una mujer por dentro

Varda por Agnès de Agnès Varda
"El cine", le dijo Jacques Demy a Agnès Varda, "surge del deseo de detener el tiempo y negar la muerte". Ella no estaba de acuerdo. Y no lo estaba de manera incluso violenta. Al fin y al cabo, le tocó ver de cerca, demasiado, la muerte por culpa del VIH de su eternamente amante. "No se trata de detener el tiempo sino de estar con el tiempo", le respondió. Varda por Agnès, la última película de la directora que murió el pasado 20 de marzo con 90 años cumplidos es quizá la expresión más certera de su réplica. En su indisimulada modestia, la cinta acompaña a la realizadora desde su primer y glorioso intento cinematográfico hasta cada uno de sus últimos experimentos visuales y formales tan cerca del cine como de ella misma. Y de su tiempo.
Todo el documental discurre sobre un escenario. Y sobre él. Varda observa al público. Ella repasa su obra. Lo hace película a película. Fracaso a fracaso. Destello a destello. Y la creadora que como el propio Montaigne convirtió su vida en la medida perfecta del mundo vuelve por última vez, si acaso se fue nunca, a sí misma. En realidad se trata del enésimo retrato de la espigadora. Y ahí, frente al espejo se descompone y recompone hasta hacer de su cuerpo menudo y su cabellera nevada la medida de todos los universos posibles. Si se quiere, la cinta se puede leer como la mejor introducción no sólo al cine sino a la propia Varda en toda su ya inabarcable extensión. Pero también, y esto es ya más relevante, Varda par Agnès es un esfuerzo tan alegre y ligeramente ingenuo como deslumbrante de acompañar al propio tiempo. Su tiempo. Y con él, todas las revoluciones íntimas y mínimas que lo atraviesan.
Dice la directora que su obra hace pie únicamente en tres conceptos:"Inspiración, creación y compartir"... El documental se inicia con Cléo de a 7. Recuerda el momento en que decidió que su película de 1962 haría coincidir el tiempo de la ficción con el de la propia cinta: una hora y media de vida en crudo estructurada en dos capítulos de 45 minutos. En medio, una canción triste...
Luis Martínez. El Mundo, domingo 30 de junio de 2019

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