jueves, 4 de julio de 2019

Pío Baroja en París

Baroja  con Gregorio Marañón y Teófilo Hernando en Paris
En 1936, don Pío, a punto de ser fusilado por unos requetés, marchó al exilio con 200 pesetas  y 63 años. Francisco Fuster cuenta sus cuatro años de melancolía, lejos de Itzea, su casa en Vera de Bidasoa (Pío Baroja en París, 1936-1940 ). Se salvó gracias a la intervención de un militar, según unos; otra versión habla del capitán Tejero de Vitoria , que habría dicho."Soy admirador de Vd. don Pío y estén Vds. tranquilos que no les pasará nada). El novelista había cedido horas antes a la curiosidad cuando un policía de la aduana de Vera le había animado a ver unas maniobras militares por la zona. El médico Ochoteco les llevó en coche. Pero cerca de Navarte, les dieron el alto, les obligaron a bajar del coche y les encañonaron. Poco después, parece ser que "un fondista de Pamplona comenzó a proferir insultos contra Pío Baroja acusándole de haber pasado la vida atacando al tradicionalismo:"Llevaos a éste a Vera  y si hace un gesto le pegáis un tiro".
No le pegaron un tiro, pero tras pasar una horas encarcelado Pío Baroja tomó la decisión de irse de España sin saber lo que podía durar aquello. Esto lo contó el periodista y amigo del escritor Miguel Pérez Ferrero en Pío Baroja en su rincón (Editora Internacional, 1941). Sea como fuere, aquel episodio marcó la vida del autor de La busca. Y no sólo por los cuatro años que pasó de exilio sino porque el hombre que regresó a su casa de Itzea en Vera en junio de 1940 ya no era el mismo. 
"Más que oscuro, yo diría, que ese período en la vida de Baroja es triste, tristísimo. Su vida no es que sea especialmente apasionante, fue una existencia apacible, construida en torno a una rutina y que estalló por los aires  ese día en que unos requetés estuvieron a punto de fusilarle. Nunca fue el de antes", Francisco Fuster (Baroja en París, Marcial Pons, 2019).
El 1 de noviembre de aquel 1936, el Diario de Navarra publicó el artículo Una explicación en el que Baroja refiriéndose a la República decía: "Este tumor o este absceso, formado por mentiras, es de desear que lo saje cuánto antes la espada de un militar". La suerte estaba echada.
Ya en Hendaya se encontró el académico a Fernando Ortiz Echagüe, periodista riojano pero con pasaporte argentino, al que ya conocía. Le contó su reciente peripecia. Ortiz Echagüe, que trabajaba para el prestigioso La Nación de Buenos Aires, le ofreció una colaboración mensual de 300 francos por artículo y con ese pasaporte  fue a París. Todo fue un cúmulo de casualidades: el escritor hizo caso a una rusa que había trabajado en España como violinista que le recomendó que hablara con Aurelio Viñas profesor de español en la Sorbona y secretario del Instituto de Estudios Hispánicos de esa universidad; éste le puso en contacto con Ángel Establier, director del Colegio de España en la Ciudad Universitaria de París, y allí dio con su boina y sus huesos Pío Baroja (San Sebastián, 1872- Madrid, 1956 )...
Manuel Llorente. El Mundo, domingo 30 de junio de 2019

No hay comentarios:

Publicar un comentario