domingo, 28 de julio de 2019

Un hombre pájaro sobre París

Franky Zapata, el hombre volador.
(Imagen del Jetpack JB-10)
Sí, Franky Zapata es su nombre verdadero, es de Marsella y tiene 40 años. Impresionó a todos, los que estábamos en la plaza de la Concordia y los que veían el desfile del 14 de julio por la tele. El presidente Emmanuel Macron asentía, complacido, en la tribuna. El hombre volador fue la vedette, fusil en la mano izquierda, mando en la derecha, suspendido en el aire, los Campos Elíseos de fondo, más de 4.000 soldados en formación esperando la orden de marcha. Con toda Francia rendida a sus pies, anunció su próximo reto, cruzar el Canal de la Mancha.
Un momento. ¿Toda Francia?No, hay un reducto de irredentos desconfiados. La prefectura marítima de La Mancha emitió el viernes "una recomendación desfavorable". ¿Por qué? "Porque no ha entregado una declaración náutica".
"Sabemos que tiene sus acuerdos con la Dirección General de la Aviación Civil pero, del lado marítimo, no hay acuerdo. Explicación. Es una zona muy peligrosa, no estamos seguros de que pueda pasar por encima de un portacontenedores...El estrecho aguanta la cuarta parte del tráfico mundial con barcos muy grandes...
Zapata se reía en la BFMTVdel argumento y confirmaba que el jueves 25 imitará la primera travesía aérea que hizo entrar en la Historia a Louis Blériot hace 110 años. Solo que será un poco más difícil. Porque las autoridades marinas no le prohiben volar pero sí repostar en vuelo sobre aguas territoriales francesas. "Así que repostaremos combustible en aguas inglesas". Y posicionaremos allí otro barco para tener una segunda opción"...
Detrás de la tribuna, sobre las losas de la plaza donde funcionaba la guillotina, han dispuesto una plataforma metálica gris de un metro de altura. Nadie se percata de su presencia hasta que Franky enciende el turbo a las 10:34. Besa a su mujer y se baja la visera. Ella le pasa el fusil. Especulamos si es de pega. Desde luego, pesa poco. Hay que decir que el arma francesa de reglamento ya no tiene la culata de madera, sino de plástico. Último beso. Ella salta al suelo.
Y Zapata, el hombre volador, se eleva, con el mando a la derecha y el fusil a la izquierda. Supera  a las farolas con sus candelabros dorados, evita con un giro los castaños del Jardín de los Campos Elíseos, coge altura y se queda suspendido, por encima de la cornisa del Hotel de la Marina y del Crillon. Dos giros y vuelta a la base. Dos minutos escasos para la gloria...
Iñaki Gil. París. El Mundo, domingo 21 de julio de 2019 

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