domingo, 7 de julio de 2019

Toulouse o el sueño de volar, 2

También el paso por esos distritos confirma el idilio que Toulouse mantiene con la modernidad. Tiendas que hacen gala de un gusto exquisito y templos gastronómicos como Ma biche sur le toit (el rooftop de moda sobre las Galerías Lafayette) o Nº 5 (elegido el mejor bar de vinos del mundo). Y grafitis por aquí y por allá, como explica Mélissa Butelli, experta en recorridos guiados, el arte urbano es una forma de expresión tan dinámica como aceptada".
Tanto placer terrenal encuentra su réplica en el cielo. Porque esta ciudad siente una auténtica vocación por el aire. Sede de la aeronáutica europea. Toulouse vive consagrada a la fabricación de aviones (un 10 por ciento de la población trabaja en este campo) con hitos como el Concorde, el Airbus o el A380. En el Museo Aeroscopia se puede realizar un tour por estas naves legendarias.
También en el lugar donde nació, en el año 1920, la primera línea aérea que transportaba el correo y con él las cartas de amor, los documentos secretos, la historia viva de los pueblos. Eran los tiempos de aquellos pilotos pioneros, entre los que se contaba un joven Antoine de Saint-Exupéry antes de convertirse en el autor de El principito, tal vez el relato infantil más célebre de todos los tiempos. Para ellos también hay un museo: L'Envol des Pionniers, inaugurado hace apenas seis meses- Más lejos, hasta los confines del universo, llega la Cité de l'Espace, el principal parque temático dedicado a la aventura espacial. Es el lugar donde sentirse como un astronauta a bordo del cohete Ariane 5 o de la nave Soyuz. Este año además celebra un acontecimiento definitivo: los 50 años transcurridos del viaje a la Luna. "Una exposición ambiciosa evoca la hazaña de los equipos de la NASA", explica Florence Séroussi, trabajadora del parque, para después anunciar la gran fiesta del próximo 21 de julio Moon Party rememorará aquel "pequeño paso para el hombre y el gran salto para la humanidad" precisamente en una ciudad que sabe volar muy alto.
Noelia Ferreiro, El Mundo, 25 de junio de 2019

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