viernes, 12 de julio de 2019

Una mujer espera

Ariadna Gil interpreta a Marguerite Duras
En abril de 1985, justo después de El amante, el mayor éxito de su carrera, Marguerite Duras publica El dolor, un dietario escrito en los últimos días de la Segunda Guerra Mundial, mientras esperaba el retorno de su marido, Robert Antelme. Como ella, escritor y miembro de la Resistencia. Una historia terrible. Su hijo había muerto en 1942. Antelme fue deportado a los campos de Buchenwald y Dachau en 1944. Ese mismo año, Duras emprende su búsqueda, acompañada por su amante, Dionys Mascolo. François Mitterrand, también en la Resistencia, localiza a Antelme en Dachau en 1945 y le rescata de milagro. Esto es un simple resumen de las muchas historias que laten tras El dolor. En 2008 Patrice Chéreau y Thierry Thieû Niang, la adaptaron al teatro, interpretada por Dominique Blanc. La obra se vio en Salt, en Temporada Alta, en función única, y en 2020 en La Abadía, en cuatro sesiones. En 2018 Emmanuel  Finkiel llevó el texto al cine, con Mélanie  Thierry en el rol de Duras.
El TNC tiene en cartel la versión catalana, a cargo de María Lucchetti, dirigida por Lurdes Barba y protagonizada por Ariadna Gil...
La escenografía de Francese Torres, la iluminación de María Domènech y la música de Jordi Collet recrean admirablemente el territorio de El dolor, Un espacio a media luz como si todo se hubiera vuelto irreal, como un mal sueño lleno de sombras y ruinas. O una noche en pleno día. Un tiempo distorsionado en el que la voz ha de llegarnos un tanto sonámbula. Cuando Marguerite Duras encontró sus sus diarios de guerra en los armarios azules de su casa en Neauphle-le Châteause dijo: "Sé que soy yo quien ha escrito esto, porque reconozco mi letra y el detalle de lo que cuento. Vuelvo a ver el lugar, los trayectos, pero no me veo escribiendo este diario. ¿Cuando lo escribí. en qué año, a qué horas del día, en qué casa?"
Esa es la voz que nos envía Ariadna Gil, nunca de modo monocorde. Es una voz que puede romperse como un vidrio. Quizás la clave sea que nunca quiere mostrar un gran dolor, una modulación desaforada. Hay en Ariadna Gil un pudor, una voluntad de no dejarse caer en el grito... El dolor es, esencialmente el diario de una espera. Los grandes acontecimientos se zanjan en pocas palabras...
Marcos Ordóñez.. Babelia. El País, sábado 22 de junio de 2019

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