martes, 30 de julio de 2019

Arlés, femenino plural

Si tienes un buen título, tienes una buena historia. Evangelina Kranioti lo ha tomado prestado de Aristóteles, quien dividió la humanidad en tres categorías:"Los vivos, los muertos y los marinos". 
Griega de Atenas, residente en París, diplomada en Derecho y Artes Visuales, empezó sus viajes hablando con los marinos de su país:"Les pedía que me contaran su vida, sus amores, sus escalas en puerto. Un día me fui con ellos de Noruega a Japón..." Y así son sus fotos. Llenas de vida, llenas de drama, llenas de color.
Porque esto va de fotografía. Estamos en Arlés, sur de Francia, ciudad romana, ciudad de toros, capital mundial de la Fotografía todos los julios desde hace 50 años. Sus Encuentros soplan las velas del medio siglo con una edición apabullante y ecléctica, sin concesiones a la nostalgia y con voluntad de seguir el camino. Bodas de oro, miradas de mujer. Arlés ahuyenta el tópico de que el reporterismo es territorio masculino con un ramillete de grandes fotógrafas. Pasen y vean.
En la segunda planta de la antigua capilla de San Martín de Méjan hace un calor sofocante. El aire está pesado y húmedo, como en los lugares de puerto donde recalaban los marinos de Kranioti. Sus fotos tienen el color saturado de noches húmedas. Como las de Marilyn de los puertos, prostituta de Valparaíso (Chike).
Antaño estos reportajes se hacían en blanco y negro, color denuncia. La mirada de la griega es otra:"Miro siempre con empatía al que se desplaza , el que se va de un sitio, y el que lleva el viaje en sí mismo. Lo que hago se sitúa entre realidad y ficción".
Autorretrato de Helen Levitt
Ya hemos comprendido que la tercera categoría aristotélica es metáfora: "Los marinos están en la frontera, pertenecen a los mundos"...
Necesitamos un puerto tras el golpe de color y de calor. Un granizado de limón callejero después, llegamos al Espacio Van Gogh.
Helen Levitt (1913-2009) para recuperar el aliento: Nueva York, calle, niños. Es la primera retrospectiva de esta autodidacta de Brooklin  que solo salió de la Gran Manzana para un reprotaje en México con Henri Cartir-Bresson y Walker Evans, poca broma.
Levitt, Leica 35 mm., años 30. Depresión. Niños (dos tercios de sus fotos fueron de niños). Niños en las calles, vacías de coches. Pero niños jugando en la acera, en medio de los quehaceres de adultos. Porque influenciada por el surrealismo, la mirada de Levitt ha dado un paso más allá de la fotodenuncia documental. "Ella transforma la realidad en algo irreal", explicó el comisario de la exposición, Walter Moser, director del departamento de fotografía del Albertina de Viena...
 Iñaki Gil. Arlés. El Mundo, vierens 26 de julio de 2019.

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