"Nos contamos historias para poder vivir", escribió en los años sesenta la norteamericana Joan Didion. La vida es una "fantasmagoría en movimiento", decidía Didion, y encontrar un hilo narrativo que otorgue sentido a ese desorden podría ser una vía de salvación . Lo mismo podría aplicarse a las naciones. También ellas necesitan contarse historias para vivir, y para sobrevivir.
En Francia lo llaman la"novela nacional": el relato más o menos heroico o con más o menos claroscuros, dependiendo de quien lo cuente, con el que los franceses se cuentan a sí mismos quienes son, y se lo cuentan al mundo. Cuando un país tiene al frente del Estado a una persona con vocación narrativa -el presidente Emmanuel Macron siempre quiso ser escritor y quiere dedicarse a ello cuando abandone el palacio del Elíseo-, ya no es solo una nación la que se relata a sí misma, sino el mandatario quien, al gobernar , escribe de su mano la crónica de su gobierno. Y uno de los instrumentos que Macron ha encontrado para escribir -"la novela nacional" son los funerales de grandes figuras.
Podría coescribirse una historia de la Francia de Macron a través de tres muertes: la del cantante Johnny Hallyday, el 6 de diciembre de 2017, la del teniente coronel de la gendarmería Arnaud Beltrame , el 24 de marzo de 2018, y la del presidente Jacques Chirac, el pasado 26 de septiembre.
Cada uno representa una faceta diferente de lo que hoy es ser francés . Hallyday, la cultura popular en un país donde la fractura entre las clases sociales la marca con frecuencia el nivel educativo y cultural. Beltrame, el heroísmo militar, con la tradición del pueblo en armas y en un contexto de lucha contra el terrorismo. Y Chirac, la institucionalidad encarnada en un hombre que a pesar de sus defectos , o gracias a ellos, se hizo querer.
En cada caso la leyenda se mezcla con la realidad. Los tres son reflejos incompletos y engañosos. Hallyday era el ídolo francés que cantaba un sucedáneo de canción americana. Beltrame , un gendarme en un país que vive de espaldas a las fuerzas policiales y militares. Y Chirac, que conocía como pocos Francia y a los franceses, fue el presidente de la parálisis; el que, una vez en el poder, ya no supo que hacer con él...
Marc Bassets. El País, domingo 6 de octubre de 2019
No hay comentarios:
Publicar un comentario