Es el punto final a una de estas polémicas que tanto gustan en París, una ciudad antigua donde cualquier intervención moderna sacude los espíritus. Ya ocurrió en el siglo XIX con la Torre Eiffel y, más recientemente con la pirámide del Louvre de Ming Pei o con las columnas de Daniel Buren en el Palais Royal. Comparar a Jeff Koons, el artista vivo más cotizado del momento -y también uno de los más vilipendiados- con algunas figuras del pasado tiene poco sentido. Pero sí es parecida la pasión con la que los parisienses se han soliviantado a propósito de una obra de arte que aterriza como una nave extraterrestre en medio de numerosos palacetes y avenidas decimonónicas.
"Poder tener la escultura aquí con los franceses y los parisienses ese era el objetivo" dijo Koons a El País unos minutos después de inaugurar ayer el imponente Bouquet of Tulips/Ramo de Tulipanes en los jardines de los Campos Elíseos, entre el Petit Palais y la Plaza de la Concordia. "El lugar es fantástico, maravilloso", celebró el artista mientras le asediaba un enjambre de fotógrafos. "Las controversias son menores. Se trata de lograr algo que muestre nuestra amistad, nuestra solidaridad, nuestro apoyo. Esto me llena de alegría".
La escultura que ha costado 3,5 millones de euros ( financiados por mecenas estadounidenses y franceses), se presenta como un regalo a París en señal de apoyo del pueblo estadounidense tras los atentados terroristas de 2015, en los que murieron 137 personas y otras 415 resultaron heridas. Mide 12,62 metros de altura, pesa más de 33,8 toneladas y está elaborada con bronce, acero inoxidable y aluminio policromo. Representa una mano gigantesca que sostiene unos tulipanes. La mano evoca la que sostiene la antorcha de la Libertad en Nueva York, regalo del pueblo francés a Estados Unidos. Las flores de colores pretenden simbolizar la esperanza y la ausencia: son 11 en vez de la habitual docena. La mano es realista; las flores tienen un aire plastificado, de chuchería industrial...
En su discurso inaugural, la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, resumió las tensiones. "Como París ama con pasión la libertad, ama con pasión el arte, ama con pasión las controversias, este proyecto tenía que pasar por el rito iniciático de los grandes proyectos que dejan rastro en nuestro corazón y que se dirigen a las generaciones futuras". Y añadió: "Un regalo se acepta, sobre todo este tipo de regalo que viene del corazón y que está dedicado a la ciudad, al optimismo, a lo que tenemos en común, nuestros valores"...
Marc Bassets. París. El País, sábado 5 de octubre de 2019
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