Fotograma de Retrato de un mujer en llamas |
"La obra no es sólo política por colocar de nuevo a mujeres en su centro, en los extremos y fuera de la pantalla, también lo es porque reivindica a las maestras de la pintura del siglo XVIII, famosas en su tiempo y que luego la historia borró". Cuando ella las descubrió decidió situar en esa época este romance entre una pintora (Noémie Merlant) y su modelo (Adèle Haenel) y romper con la idea de las musas, esas mujeres perfiladas como poco más que floreros, pasivas, pero que son en realidad, colaboradoras muy activas del artista ("Como Dora Maar con Picasso", pone como ejemplo".
La directora reivindica también las relaciones equilibradas, de igual a igual: "La película habla también de cocreación y colaboración con alguien a quien conoces", dice refiriéndose a Haenel. "Es un romance igualitario, la sorodidad puede destruir la jerarquía y eso también la hace muy contemporánea", explica. "Lo paradójico es que haya tenido que mirar al pasado para hacer una película muy actual".
Irene Crespo. S Moda. El País, noviembre 2019
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