sábado, 8 de agosto de 2020

Bruselas y los "malditos"

En Bruselas nacieron, vivieron en el exilio, se liaron a tiros, engañaron a sus esposas, urdieron revoluciones o se embarcaron en salvajes aventuras. Victor Hugo, Marx, Baudelaire, Verlaine y Rimbaud, las hermanas Bronte, Conrad, Cortázar. Una larga lista de escritores clásicos de los siglos XIX y XX pasó un corto -y generalmente decisivo- período de sus vidas en  la capital belga, que ha sido tradicionalmente refugio de liberales, desarraigados y extravagantes personajes. Este es un paseo por algunos de los lugares donde dejaron huella.
Nochevieja de 1847 en La Maison du Cygne, en el número 9 de la Grand Place. Nadie lo supo entonces pero un hombre barbudo que cambiaría la política mundial festejaba el nuevo año con sus camaradas. Hoy solo una discreta placa en el entrada del restaurante y un retrato de Karl Marx en el interior recuerdan a los visitantes que el filósofo alemán fue una vez cliente asiduo. Incluso se cree que escribió aquí las últimas páginas del Manifiesto comunista. Marx residió en varios domicilios de Bruselas entre 1845 y 1848, años en que encontró un cálido refugio para librepensadores tras haber sido expulsado de Alemania y Francia por sus ideas radicales. Se estableció primero en el número 5 de la rue de l' Alliance y poca gente sabe que fue vecino de su amigo Friedrich Engels, quien vivía en el número 7. Pero no es todo: en el número 3 residía Moses Hess, uno de los padres del sionismo. Casi podría decirse que el siglo XX comenzó en 1845 en esta calle del municipio bruselense de Saint-Josse-ten-Noode. Hoy un moderno edificio de cristal se alza donde estuvieron los tres filósofos.
Victor Hugo
Victor Hugo fue otro ilustre exiliado político en Bruselas. Huyendo del golpe de Estado de Napoleón III, se estableció en Bélgica y no volvería a su país hasta 1870. Durante la mayor parte de su tiempo en Bruselas, el autor de Los Miserables vivió con su familia en la Place des Barricades (Saint-Josse-ten-Noode), donde una placa conmemorativa honra su memoria. El escritor francés solía visitar a diario a su amante de toda la vida, Juliette Drouet, quien había seguido sus pasos -portando en su maleta el primer manuscrito de Los Miserables- y ocupaba una habitación en el número 11 de la céntrica Galérie des Princes donde hoy se ubica la prestigiosa librería Tropismes.
Según figura en el dossier policial, en la mañana del 10 de julio de 1873 el poeta francés Paul Verlaine compró un revólver en el número 11 de las Galerías Saint-Hubert. Había estado bebiendo absenta y esta fue la solución desesperada para poner fin al tormentoso romance de dos años que mantenía con el joven poeta Arthur Rimbaud de 19 años, por quien Verlaine había abandonado a su esposa e hijo. En el ya desaparecido hotel A la Ville de Courtrai (Rue de Brasseurs, 1), donde los poetas simbolistas mantuvieron su último encuentro, Verlaine disparó dos veces a Rimbaud hiriéndole levemente la muñeca. Hoy una placa recuerda el conocido como "drama de Bruselas"a los turistas curiosos. Sintiéndose culpable, el autor de Los poetas malditos acompañó a su joven amante primero al hospital Saint-Jean y después a la estación de Midi, donde este se disponía a coger un tren a París. Sin embargo, llegando a la Place Rouppe, Verlaine sacó el revólver de nuevo en un ataque de ira y su compañero huyó para encontrar un policía que patrullaba por la zona. La historia acabó en dos años de cárcel para Verlaine, que el poeta cumplió parcialmente en la prisión que hubo una vez en el hotel Amigo, a tiro de piedra de la Grand Place.
Pero la extraña pareja no fueron los únicos poetas malditos que se dejaron caer por Bruselas. En 1864, Charles Baudelaire escapó de sus acreedores en París para venir a refugiarse al Hotel del Grand Miror, en el número 28 de la Rue de la Montagne. Esta etapa belga marcó el declive del autor de Las flores del mal, quien despotricaría de lo lindo contra el país en varios de sus escritos. En 1866, años de drogas y alcohol combinados con los síntomas de la sífilis que padecía desembocaron en un grave derrame cerebral durante una visita a la iglesia de Saint-Loup en Namur. Moriría al año siguiente en París. Para el británico Lord Byron, en cambio, Bruselas representó la primera parada de su exilio de por vida. En la primavera de 1816, una mezcla de deudas y acusaciones de adulterio, incesto y sodomía forzó al poeta a abandonar su Inglaterra natal para siempre. En ruta hacia Suiza, pasó unos días en el hotel que una vez hubo en el número 51 de la Rue Ducale, donde una placa recuerda la estancia de Byron...

Germán R. Páez. El viajero. El País, viernes 24 de julio de 2020

No hay comentarios:

Publicar un comentario