martes, 11 de agosto de 2020

Tableaumanía o el arte de vivir en un cuadro

La liberté raisonnée de Cristina Lucas. Imagen  extraida del
video (4 mn 50)
Aunque el Rijkmuseum, el Getry y el Metropolitan han llevado la batuta, otras instituciones se han unido a la iniciativa que ha tenido un éxito tremendo. Hashtags como tussenkustenquarantaine, gettymuseum-challange y MerTwinning suman más de 200.000 publicaciones. Disfrazarse, crear una ambientación y posar imitando las figuras de  cuadros es, sí, un divertimento pero el tableau vivant es también una práctica artística que propicia la encarnación de la historia en los cuerpos del presente, un ejercicio sobre la estaticidad  y la duración, sobre la representación y la realidad, una forma de habitar la pintura.
Está entre nosotros -en el arte, en el cine, en el teatro, en las series de televisión, en la publicidad- desde hace siglos. Tras algunos precedentes de carácter religioso y político, el primero tuvo lugar en 1761, durante la representación en París de La boda de Arlequín: los actores se "congelaron" según el cuadro de Greuze L'accordée du village, que se había expuesto ese año en el Salón. Se relaciona el hecho con el renacimiento de una cierta cultura artística en la sociedad de la época, con el auge de la Fisonomía y con las ideas de Diderot sobre la inmovilización de la acción teatral en un "cuadro dramático". Pero es a partir de 1830 cuando se desata la manía del tableau. Se hizo habitual en las reuniones de las clases pudientes: las escenas delimitadas con cortinas o incluso marcos, ilustraban temas más a menudo literarios, mitológicoa o históricos que pictóricos, y se acompañaban de música o lectura de poemas. También conquistó la esfera pública, en espacios como el Egiptyan Hall de Londres se montaban espectáculos de tableaux dirigidos en ocasiones por artistas, como el pintor David Wikie, y se popularizaron, a ejemplo de las "actitudes"de Lady Hamilton en Nápoles, los de esculturas clásicas interpretadas por actrices sin ropa, el formato permitía el desnudo en las tablas siempre que las actrices permanecieran inmóviles...
En la actualidad la condición híbrida del tableau vivant, que renueva su potencial alegórico, no es un problema, como en los tiempos en que valoraba la pureza de los medios, sino una oportunidad. El apropiacionismo que toma carta de naturaleza artística en los años ochenta abre las puertas a multiformes "renacimientos" de las obras del pasado...
¿Qué tienen todos estos tableaux modernos en común? No se trata de reproducir sin más una composición: se introducen reflexiones sobre la construcción de las imágenes y sobre las transformaciones en su significación. Cuando Cristina Lucas, en La liberté raisonnée de Cristina Lucas, muestra la carrera de los revolucionarios en pos de la Libertad para hacerla caer con violencia no solo da carne a las pinceladas de Delacroix sino que también roba la naturaleza simbólica a una figura y saca a la luz  lo que el cuadro podría estar escondiéndonos. 

Elena Vozmediano. El Cultural, 12-6-2020 

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