lunes, 10 de agosto de 2020

Vestidos contra la intolerancia

La joven protagonista de esta cinta se rebela contra quienes se empeñan en cerrar las ventanas e impedir que se cuela la libertad. A sus 18 años sueña con ser diseñadora de moda, y para eso está en la Universidad de Argel, la capital de un país en conflicto en los años 90. Quienes desean abrirlo al siglo XXI frente a quienes se empeñan en retrocederlo al XIX, al integrismo más atroz bajo la bandera del Corán y su lectura sesgada. Diseña papichas, vestidos que ella misma confecciona y vende a sus coetáneas en las noches de discoteca, música y socialización. Por eso, cuando la residencia se pliega a los radicales -conoce a algunos de ellos, son del mismo barrio- ella y sus amigas los desafían, saltándose la valla y jugándose el tipo- No son conscientes del riesgo, no intuyen que la remoción del sistema en el que nacieron, más tolerante y prooccidental, va muy en serio. Por eso, cuando finalmente -y desoyendo las presiones- deciden montar un desfile la tragedia acecha.
Obviamente, el guión no busca recrear un periodo histórico, sino que la moda y las tela son la coartada oportuna para retratar la situación de ahora mismo, no tanto en Argel como en todo el ámbito vinculado a la Primavera Árabe y sus numerosas frustraciones, cuando millones de ciudadanos norteafricanos se echaron a la calle convencidos de que se produciría un cambio, aunque en realidad iba en dos direcciones antagónicas, diversas. Papicha, sueños de libertad no prioriza la denuncia política, sino que deja aire al espectador para que extraiga sus propias conclusiones. Importa más eso que las cuestiones de estilo o de estructura. Ópera prima de su directora y coguionista, Mounia Meddour, de origen argelino aunque formada en Francia que opta por una estructura convencional y una cámara sin protagonismo. Es en el texto en donde asoman las costuras. Pretende abarcar numerosos temas con uno prioritario: la opresión de la mujer y la truncada esperanza de cambio, aunque al final la redención se cuela por algún resquicio en la aspirante a imaginar vestidos. Vale la pena.

Miguel Anxo Fernández. La voz de Galicia, viernes 7 de agosto de 2020


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