miércoles, 5 de agosto de 2020

Los rescatadores de Notre Dame

Les llaman "las ardillas". Y con razón.
Les llaman "las ardillas". Y con razón. Son los técnicos encargados de limpiar Notre Dame y se juegan la vida a 40 metros de altura. Un año y tres meses después del incendio afrontan su gran desafío: desmantelar un inmenso bosque de andamios de acero en la nave central. Si lo consiguen, dicen los expertos, se habrá salvado la catedral.
Diez hombres sin miedo. Son 40.000 tubos. Doscientas toneladas de acero. El 15 de abril de 2019 el andamiaje estaba listo para iniciar las obras de renovación de la icónica aguja del templo. Ese día, las llamas se comieron el techo, la flecha se hundió y parte de la bóveda quedó destruida. Pero el andamiaje ahí sigue; hoy, un amasijo de cilindros doblados y soldados. Retirarlo es el mayor desafío de toda la obra de recuperación. Y para ello, desde el 8 de junio, diez hombres de Jarnias -una empresa especializada en trabajos de altura- se juegan la vida a diario en el corazón de Notre Dame.
Un año de entrenamiento. La vida de "las ardillas" de Jarnias depende de un hilo. De 11 milímetros de diámetro para ser exactos. Divididos en dos grupos de cinco, trabajan a 40 metros de altura y acceden al andamio por arriba, colgados de una grúa de 80, la más alta de Europa. Llevan un año entrenando para ello. El amasijo de acero ha sido sembrado de sensores que, a la mínima alarma, activan un riel robótico para alejarlos del peligro.
Descontanimar los restos. Los fragmentos se "evacuan" en cestas colgadas de la grúa. Muchos artistas se interesan por ellos, pero todos van a una planta de descontanimación antes de ser destruidos. "Las ardillas" llevan en Notre Dame desde el principio. Extendieron redes de seguridad en frontones y rosetas para evitar que caiga nada a la calle, consolidaron la estructura, sacaron el agua y remplazaron 1.500 metros de techo con una lona en tres días; además de hacer estudios fotográficos de las bóvedas y mediciones de resistencia mecánica de la piedra. Este, sin embargo, es su mayor desafío. 
Los santos desalojados. El primer objetivo de las obras es vaciar el interior. La pérdida de estabilidad estructural -tanto por el fuego como por el agua de los bomberos- ha obligado a retirar estatuas, quimeras y balustradas y a evaluar la salud de las célebres gárgolas. "Cuando se desmantele el andamio, podremos dar por salvada la catedral" dice monseñor Chauvet, rector de Notre Dame...

Fernando Goitia. XLSEMANAL, 19 de julio de 2020

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