viernes, 24 de septiembre de 2021

El Silencio, la sucursal ibicenca del club parisiense

Club El Silencio de Paris

El cineasta estadounidense David Lynch apenas pisó París el año pasado por culpa de la pandemia. Sus viajes a Europa son habituales porque en la capital francesa residen algunos de los productores de sus películas. Siempre que Lynch aterriza en la ciudad aprovecha para programar eventos en Silencio, uno de los clubes nocturnos de referencia en la escena cultural francesa actual y que él mismo diseñó hace 10 años. Detrás del éxito de este negocio, pionero en mezclar en horario nocturno cultura, música y arte, se encuentra el empresario francés Arnaud Frisch, un habitual de los ambientes artísticos de la ciudad que comenzó su carrera hace 25 años como promotor y programador de música electrónica y que actualmente regenta siete empresas culturales en París.

A principios de los 2.000, el negocio de la música electrónica despegaba y, según fue evolucionando, Frisch impulsó en París lo que concebía como un lugar de encuentro para los miembros del mundo artístico francés, una especie de club donde mezclar la cultura y la música en horarios poco habituales para el gran público. Entonces llegó el éxito. En 2011 inauguró de la mano de Lynch el club Silencio, local de culto ubicado en el 142 de la rue Montmartre que rinde homenaje al que el cineasta retrata en Mulholland Drive. Un local concebido con el objetivo de reinventar la vida nocturna parisiense y convertirse en el lugar de encuentro de personajes del mundo del cine, la cultura y la arquitectura.

Silencio París comenzó enfocado en el cine, pero se expandió rápidamente por otros ámbitos. Risch se asoció con museos y entidades culturales para programar allí. De este modo, los artistas menos conocidos tiene la oportunidad de mostrarse sin las cortapisas temporales y la anticipación que conlleva una galería. El éxito de la idea lo llevó a abrir un año después Wanderlust, también concebido como club, restaurante y espacio artístico en el muelle de Austerlitz, a orillas del Sena. En 2019 inauguró en un antiguo cine el restaurante Beau Regardy; al tiempo, otro club en el interior del Théatre du Châtelet. Una carrera empresarial que la pandemia no ha frenado.

...un punto de encuentro para artistas y amantes de la cultura.

En noviembre pasado, cuando Francia decretó el cierre de la vida pública, Frisch se escapó a Ibiza. Durante esos meses estuvo madurando una idea que desembocó en junio en la inauguración de El Silencio, la sucursal en una playa ibicenca del club parisiense. "Es un concepto algo más relajado que el de Silencio París, porque estamos en la playa, aunque el equipo creativo y la dirección artística son los mismos", cuenta el empresario en el recién inaugurado beach house de cala Moli, donde quiere impulsar un punto de encuentro para artistas y amantes de la cultura. Por lo pronto, preside la entrada del local un colorido montaje de la artista catalana Miranda Makaroff. Frisch está seguro de que en el futuro llegarán más iniciativas como la que está cerrando con la música Claire Laffut.

Como en sus otros negocios, en este, la gastronomía también actúa como un elemento más de la oferta cultural. En El Silencio Ibiza lo hace de la mano del chef Jean Imbert, cocinero elegido para sustituir Alain Ducasse al frente de los fogones del Plaza Athénée de París...

Lucía Rodríguez. Ibiza. El País. Revista V. Martes 17 de agosto de 2021

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