domingo, 12 de septiembre de 2021

Belmondo, el arte de ser francés

El general De Gaulle decía tener "una cierta idea de Francia": sus gentes, sus paisajes, su historia. El actor Jean-Paul Belmondo, que el lunes murió a los 88 años, representaba no una idea de su país, sino una idea de lo que representa ser francés: socarrón y aventurero, caradura y seductor, algo engreído y a la vez consciente de su ridiculez.

Hay palabras, de difícil traducción, que resumen esta actitud. Una es panache, la mezcla de arrogancia y nobleza de tantos personajes de la literatura de este país, como D'Artagnan y Cyrano de Bergerac (y otros reales: De Gaulle, sin ir más lejos"). Otra palabra que se repite en los obituarios y comentarios tras la muerte de Belmondo es gouaille, una forma ingeniosa y burlona de hablar, muy parisiense y propia de los barrios populares. 

"Era nuestra Marianne en masculino", resume un artículo en el diario Le Figaro, en referencia a la figura femenina que simboliza la República francesa. Y es verdad que para franceses de varias generaciones, Bébel, como se conocía en Francia al actor, reflejaba algo esencial en le carácter de este país, una manera de estar en el mundo. 

Belmondo podía ser el joven delincuente que en Al final de la escapada bajaba por los Campos Elíseos junto a Jean Seberg, quien interpretaba a una estudiante estadounidense que vendía ejemplares del diario Herald Tribune. O el intrépido aventurero de las películas más populares de los setenta y ochenta, el que practicaba los malabarismos más peligrosos, colgándose de la ventana de un edificio o saltando de un avión en pleno vuelo. Pero también el actor teatral en obras como el Cyrano de Edmond Rostand o Kea de Jean-Paul Sartre.

"Bébel el magnífico", titulaba en una edición especial Le Parisien. Le Figaro: "As de ases". Le Monde: "El bienquerido". El diario deportivo L'Équipe le homenajeó titulando las informaciones del día con títulos de películas de Belmondo. El lunes por la noche varias cadenas alteraron la programación para emitir películas suyas; las vieron más de ocho millones de espectadores.

"Para los franceses representa lo mejor de nosotros: el maridaje de lo serio y la despreocupación", dice por teléfono el periodista, novelista y cineasta Philippe Labro, quien dirigió a Belmondo en El heredero de 1973, y El cazador de hombres, de 1976. De esas experiencias recuerda: "A Jean-Paul no se le dirige. Se habla con él, se dialoga, pero después hay que dejarle hacer, porque aporta una inventiva  y hace cosas en el rodaje que uno no había previsto en el guión". Y continúa; "Tenía una sonrisa interior. Sonreía incluso cuando no sonreía. Y tenía una capacidad para encarnar personajes de hombre de la calle, al francés medio. Hacía reír, y un hombre que hace reír siempre tiene un éxito considerable. ¡No olvide que somos el país de Molière!".

Francia es un país al que le gusta y sabe, conmemorar. A sus héroes militares, como los que reposan en el monumento de los Inválidos. A políticos o literatos, en el Panteón. Y a ídolos de la cultura popular. La muerte del rockero Johnny Hallyday, en 2017, sacó a miles de personas a ls calles de París. El Elvis francés mereció honores de héroe. Belmondo tendrá derecho a un homenaje nacional en los Inválidos...

En 1960, cuando la carrera del actor despegaba el sociólogo Edgar Morin , que había analizado el fenómeno de los ídolos del cine en el ensayo Les stars / Las estrellas, distinguía dos Belmondos. El primero era "un poco nihilista, un poco indiferente al mundo y, en este sentido, el símbolo del estado de ánimo de una parte de la juventud de hoy en día". El segundo era "el hombre que seduce, irresistible para las mujeres". Ya aventuraba entonces que se acabaría imponiendo el segundo...

Belmondo encarnaba una cierta idea de la masculinidad, una imagen de actitud y comportamiento del hombre francés de su época. esa cierta idea sería incompleta sin su opuesto (y amigo): Alain Delon, con su belleza glacial y sus papeles de gangster  o poli inexpresivo en las antípodas de la expresividad cómica  y desbordante de Belmondo.

"Estoy devastado", declaró Delon en la cadena de Radio Europe 1. "Tenía mi edad. No tardará en ocurrirme a mí. Prepárense."

Marc Bassets. París. El País, miércoles 8 de septiembre de 2021

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