"El cantante de slam y letrista francés Grand Corps Malade dijo en una de
sus poesías cantadas (Rencontres, 2005) que la nostalgia es « la
fiancée des bons souvenirs qu’on éclaire à la bougie », o sea, traducida
al español « la novia de los buenos recuerdos que se alumbra a la luz de
las velas ».
Esta cita me parece la más adecuada cuando recuerdo aquel año. Algunos
piensan que es un veneno la nostalgia pero no lo creo. Gracias a ella y a su
novia, « los buenos recuerdos », sigo manteniendo relaciones
estrechas con Carmen. Pero no cumplo con mi deber pues no me presenté ni
expliqué cómo y cuándo Carmen y yo nos conocimos.

Me llamo Jordan, tengo veintinueve años y soy francés. Soy profesor de
español desde 2015. Hice mi primer año de enseñanza en Angers, una ciudad del
oeste de Francia, en la que terminé mi carrera universitaria y como la gran
mayoría de los docentes jóvenes que acaban de aprobar la oposición, me enviaron
a las afueras de París en un colegio de seiscientos alumnos de
Clichy-sous-Bois, una ciudad situada en el departamento más pobre de la metrópoli.
Con lo cual llevo seis años viviendo en las afueras de París.
Con Carmen apenas nos vimos un año, 8 meses para ser preciso. Pero nuestra
relación es mucho más compleja y bella de lo que parece. Nos conocimos el
primero de octubre de 2013. En aquella época, yo acababa de llegar a Santiago
de Compostela como assistant de francés en el IES Eduardo Pondal. Quería ser
profesor de español en Francia y no podía imaginar llegar a serlo sin haber
pasado un año en España. Cuando les dije a mi familia y a mis amigos que iba a
vivir un año en Santiago de Compostela, no lo comprendieron mucho. No es que no
quisieran que me fuera a vivir lejos, sino que no entendían la elección de esta
ciudad. Entonces, ¿por qué escogí Santiago de Compostela? Pues en la
universidad, tuve varios lectores que venían de Santiago de Compostela y que nos
habían alabado los méritos de una ciudad agradable aunque lluviosa, bastante
estudiante y dinámica, llena de historia y de una comunidad autónoma
extraordinariamente bonita que hacía pensar en la Bretaña francesa. No
necesitaba más argumentos. También me encantó la idea de escoger una ciudad en
la que nadie habría pensado, lejos de todos los tópicos de España.
Cogí mi mochila y me fui a vivir a una ciudad que no conocía para nada,
para una experiencia también desconocida. Pero llegué con ánimo y ganas. Quería
mejorar mi español, aprender la profesión de profesor y ver si me gustaba
enseñar a alumnos.
Creo que puedo decir que se cumplieron mis objetivos y más: me fui de
Santiago de Compostela con una cosa que nunca hubiera imaginado: una mentora y
amiga. Carmen. Cuando llegué a Santiago, no conocía a nadie y nunca había
enseñado a alumnos pequeños. Ella me hizo visitar la ciudad, me habló mucho de
ella y sobre todo se fio de mí. No me conocía, no sabía muy bien cómo me las
iba a arreglar con los niños y sin embargo, me dejó mucha libertad. Hasta me
hice cargo de varias clases de alumnos de primero de bachillerato. Gracias a
ella, pude darme cuenta de que me gustaba enseñar y me permitió ganar
confianza.
Aquel año, Carmen organizó un viaje a París con Elia, otra profesora de
francés de Eduardo Pondal con la que me llevaba muy bien. Me hicieron el honor
de invitarme. Era mi primer viaje escolar como acompañante. Fue una experiencia
inolvidable. Me permitió ver cómo se organizaba un viaje escolar y el trabajo enorme
que necesitaba antes y durante. Cuando por fin llegué a ser profesor de español
en Francia, me decía « yo también quiero organizar un viaje como lo
hicieron Carmen y Elia ». Me acuerdo que durante mi primer día en Francia
como profesor me dije « Espero que mi amor por la lengua y cultura
española se vislumbre tan bien como el de Carmen por Francia ».
Resulta obvio que Carmen fue como una mentora durante mi año de assistant de
francés. No obstante, no se limitaron a esto su papel y nuestra relación.
Tejimos una relación mucho más que profesional. Ella se volvió una amiga y una
figura materna que me permitió aceptar mucho mejor la lejanía con mi familia.
Me llevaba a conciertos de jazz cada semana, me invitó a su casa, hablábamos de
nuestra familia y de asuntos personales, nos regalábamos libros y ella sigue
haciéndolo. En resumen, compartíamos mucho más que el trabajo.
Hasta hoy en día, y aunque no nos escribimos de manera regular, seguimos
compartiendo e intercambiando.
Carmen ya no es mi tutora ni mi colega. Es una amiga a la que nunca podré
agradecer lo suficiente. Por lo tanto, aprovecho la ocasión para anunciarle que
me voy a casar en un par de años y que me encantaría que ella esté
presente.
En resumidas cuentas, me hace muchísima ilusión participar con humildad en
este bonito proyecto que lleva a cabo desde hace ya varios años e intentaré
estar a la altura de la calidad de su trabajo.
Jordan Bequin. Rosny-sous-Bois, 5 de septiembre de 2021
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