Marín D'omine se centra en la experiencia de desarraigo a partir de un hecho personal: su padre fue uno de tantos de los niños de la guerra que crecieron en suelo francés con la memoria viva y lacerante de haber salido de España, de Barcelona, forzados por las circunstancias. Primero, de 1928 a 1935, debido a las ideas anarquistas del abuelo de la narradora. Después vendría el exilio de 1939 y con él el surgimiento de un nuevo y complejo sentimiento, el de desarraigo, común a todos los exilios. El largo lamento por todo lo que se dejó atrás fue en muchos casos inconsolable. Marin-Dòmine convivirá durante años con este vacío instalado en el corazón de sus padres, y la consecuencia de todo ello es una actitud errante ante la vida. En la medida en que se rescatan pasajes de los recuerdos paternos en diversos escenarios de la Cataluña profunda, al tiempo que se establece un diálogo con ellos, es decir, con el padre muerto, el texto recuerda lejanamente a Testamento a Praga, el maravilloso libro que escribió Teresa Pàmies, quien también integraba en su relato la voz vívida del padre, de nombre Tomàs, y su desengaño del socialismo policiaco impuesto en el orbe soviético. A Marín-Dòmine, el exilio de sus padres, tantos murmullos oídos en la infancia, le sirve para reivindicar su propio derecho a la huida, como quien se acostumbró a sentirse convocada por un mundo de posibilidades infinitas.
Anna Caballé. Babelia. El País, sábado 24 de julio de 2021
No hay comentarios:
Publicar un comentario