En fin, que todo esto, se supone, estará entre las previsiones de la histórica productora española de animación para la televisión BRB Internacional, creada en 1972 y responsable de adptar franquicias ajenas para el mercado en lengua española, como también Sandokán, Willy Fog y alguna más. Adquirieron el chucho mosquetero a la japonesa Nippon Animation y ahora estrenan un largo a sabiendas que lo suyo es casi un brindis al sol buscando un plus de complicidad frente a la apisonadora de Hollywood, que mete en sus productos mucha pasta en producción y en promoción.
BRN no es Pixar, ni Disney, ni Dream Works, cae de cajón, pero igualan a sus competidores europeos, muchos de cuyos filmes acceden con regularidad a las salas de este país. Tampoco abunda ficción dibujada para edades entre 5 y 10 años, un target agradecido en cuanto a taquilla. Si los adultos sabemos de la rama creada por Dumas, con Richelieu como malote intrigante palaciego en la corte del rey Luis XIII, en la Francia del siglo XVII, y los de la espada como salvadores de la dignidad de la reina y su famoso collar, ellos quizá lo descubran aquí porque el guion es de una reducción premeditada, a lo sota, caballo y rey, pero bastante fiel al original literario.
Sería de pasmarotes juzgar D'Artacan y los tres mosqueperros con otros criterios que no sean si cumple su objetivo de entretener a la parroquia infantil. Y lo consiguen sin lucirse en calidad de imagen, por momentos con limitaciones de dibujo y movimientos, también en expresión facial, y un tono que pareciera retroceder a los primeros 80. Entre retro y vintage, merece un voto de confianza, que, al cabo, la excelencia es un privilegio de pocos.
Miguel Anxo Fernández. La Voz de Galicia, lunes 23 de agosto de 2021
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