domingo, 26 de septiembre de 2021

Nada puede con la "rentrée", el espejo de Francia

Pasan las pandemias, los gobiernos y las modas en Francia, pero hay una institución inamovible, fiel a la cita anual: la rentrée, el inicio del curso literario. Entre finales de agosto y principios de septiembre, se publican de golpe en este país centenares de novelas. Las revistas y suplementos culturales dedican decenas de páginas a la literatura de ficción. Los programas radiofónicos de máxima audiencia entrevistan a escritores. Las librerías se inundan de las novelas que todo lector medianamente culto querrá haber leído si quiere estar al día y mantener una conversación mundana en un café o una cena. En esta rentrée se han publicado 521 nuevas novelas. Entre ellas destacan las que tratan de relaciones entre padres e hijas. Algunas, traumáticas, marcadas por el abuso, como el Voyage dans l'Est, de Christine Angot. Otras, felices como Premier Sang, de Amélie Nothomb.

 La rentrée coincide con las primeras eliminatorias de los grandes premios literario de otoño, con el Goncourt recortándose en el horizonte. Los miembros de los jurados seleccionan las mejores y consagran, al decidir los vencedores en noviembre y diciembre, a los autores del año, que serán traducidos a otras lenguas y emprenderán una carrera internacional...

La rentrée  literaria es una operación comercial: se trata de inundar el mercado de un producto en un tiempo muy breve. Aunque se circunscribe exclusivamente al género más literario y culto...El origen del fenómeno, se remonta a la psguerra mundial, explica Pierre Assouline, miembro de la Academia Goncourt, que concede le premio del mismo nombre. Fue entonces cuando los editores decidieron publicar sus libros más valiosos en septiembre, coincidiendo con el fin de las vacaciones y el inicio del curso político. Y a tiempo para que estos libros pudiesen optar a los grandes premios literarios. La maquinaria en realidad se pone en marcha en primavera, cuando las editoriales envian a periodistas y críticos las primeras versiones de las novelas que llegarán  a las librerías al final del verano y entrarán en esta feria de las vanalidades y talentos que es la rentrée.

En el mundillo literario-periodístico, es una época de actividad desbordada y nervios desatados. Los aurores quieren que sus editores publiquen sus libros en la rentrée para aspirar a los premios. Las editoriales quieren que los medios de comunicación se fijen en subtítulos. Los periodistas, críticos y miembros de los jurados se ven desbordados por una sobreabundancia que cada año provoca críticas y debates pero que no deja de repetirse. En 2020, con las librerías cerradas durante meses, se publicaron 511 novelas, casi como en un año normal.

Nadie está capacitado para leer tanto en unas semanas. Hay que hacer una criba, guiándose por el olfato, las sugerencias y el prestigio de autores ya conocidos. "Hay libros que leyendo 10 páginas, ya basta", dice Pierre Assouline, quien calcula haber leído este verano más de medio centenar de los 521 títulos de esta rentrée...

"Este año", valora, "hay mucha diversidad, los premios están muy abiertos. Hay años con pesos pesados como Michel Houellebecq que aplastan la rentrée, Este, no". En esta ocasión no hay ningún Houellebcq ni ningún Emmanuel Carrère, la estrella de la anterior con su Yoga. Entre los nombres más conocidos figuran la superventas Nothomb, autora de fábulas minimalistas, y Christine Angot, referencia de la autoficción. Ambas abordan la figura del padre desde experiencias opuestas...

"Entre 500 novelas hay para todos los gustos: históricas, sentimentales, de costumbres", apunta Fottorino, quien fue director de Le Monde y hoy compagina la escritura de novelas con la dirección de las publicaciones Le 1 y Zadig, "Tenemos la impresión de que un gran espejo se pasea ante la sociedad francesa y todo el mundo puede mirarse en él".

Marc Bassets. El País, jueves 23 de septiembre de 2021

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