domingo, 10 de octubre de 2021

Baptiste Morizot, una filosofía de los seres vivos

Baptiste Morizot

La necesidad urgente del hombre de reconectar con la naturaleza, con las demás especies, es una idea que gravita desde hace tiempo sobre la mayoría de los movimientos del ecologismo. Está en juego, claro, reconducir el futuro del planeta. Este mismo año, la editorial Errata Naturae traía al castellano un texto clásico que viaja en esta dirección Biofilia, obra del investigador estadounidense Edward O. Wilson, que ya predicaba en la década de los ochenta sobre la importancia de hacer reverdecer el amor entre especies distintas que, por otra parte, sostenía, fue el gran motor de la vida en la Tierra durante millones de años.

Un pensador galo nacido sólo un año antes de la publicación de Biofilia, Baptiste Morizot (Draguignan, 1983), acaba de aportar renovadas fuerzas argumentativas a esta narrativa. Apenas un año después de su publicación en Actes Sud en Francia, Errata Naturae suma otro tesoro a su colección Libros salvajes con el volumen Maneras de estar vivo. La crisis ecológica global y las políticas de lo salvaje, que llega hoy a las librerías y que reúne seis ensayos que el propio autor denomina, también por su tamaño, nouvelles filosóficas.

Profesor de pensamiento contemporáneo en la Universidad de Aix-Marseille, su discurso está pegado sin embargo a la exploración sobre el terreno, el rastreo, el cielo abierto, y eso -sumado a su magnífica prosa- convierte a estas piezas en un ejemplo de saber vibrante y motivador. Como el mismo asegura, estas piezas están concebidas para, juntas, contribuir "a crear un efecto más amplio sobre aquel que las atraviesa: preparar los encuentros con lo vivo, trabajando en otro estilo de atención ( algo así como una disponibilidad a las maneras de estar vivo )". "Y, sin el sauce, ¿como íbamos a conocer la belleza del viento?", evoca Morizot el cuestionamiento de Lao Tsé.

El autor aboga por una suerte de reeducación, por crear una filosofía de los seres vivos que lleven al hombre a una transformación de "sus maneras de vivir y habitar en común". Y eso exige ampliar la mirada, un reto de gran envergadura, dice, reaprender como sociedad a ver que el mundo está habitado por entidades que son prodigiosas de otra manera, distintas de las colecciones de coches y de las galerías de los museos". Se trata de un camino que debe superar una herencia cultural, la de la socialización, revertir un proceso en el que el hombre -según recoge la fábula- optó por separarse de los otros diez mil millones de especies que pueblan la Tierra, pese a que el parentesco dentro de la gran familia biológica era incontestable. Decidió asimismo llamarlas "la naturaleza" y comenzó de este modo a cosificarlas, a verlas como meros recursos a su disposición...

Héctor J. Porto. La Voz de Galicia, lunes 27 de septiembre de 2021

No hay comentarios:

Publicar un comentario