lunes, 18 de octubre de 2021

BAC Nord

No busquen BAC Nord en las salas. Pueden verlo en Neftlix. El uso doméstico del cine está reemplazando con excesiva celeridad al espacio natural y ancestral para la exhibición de las películas. Y hay mucha previsible filfa en esta plataforma, pero también han producido películas extraordinarias como Roma, El irlandés y Mank. Las reviso como mínimo una vez al mes. Y su encanto permanece. Que otros (al parecer millones y en multitud de países) se diviertan y fascinen con series que resultan insufribles como La casa de papel y El juego del calamar

BAC Nord la dirige Cédric Jiménez. Debe de resultar preocupante para él, alguien que se declara de izquierdas, la paradoja de que Marine Le Pen le haya aconsejado fervorosamente al público que vayan a verla. Para que los franceses tomen consciencia de esta terrible realidad y de la urgencia de retomar el control. ¿Y qué cuenta el director? ¿Y cómo lo hace? Retrata el muy duro trabajo de tres policías que persiguen el tráfico de drogas en los barrios periféricos de Marsella, poblados mayoritaria o masivamente por inmigrantes. Y es una batalla perdida para la supuesta autoridad policial. Los delincuentes disponen de infinito poder en su hábitat, se sienten blindados e invulnerables, manifiestan su ira y su desprecio hacia esa impotente brigada que pretende acosarlos, que utiliza confidentes intentando con escaso éxito dar un golpe transcendente a los narcos, que irán descubriendo progresivamente que van a ser utilizados por la siempre sórdida política, que serán los chivos expiatorios si las cosas turbias se desmadran y amenazan con crear un escándalo. Los policías intentan hacer su trabajo, ser útiles. No tienen aire épico, no van de héroes, trapichean a la búsqueda de resultados, les invade el miedo, su metodología no es ortodoxa, a veces se saltan las reglas, el equilibrio les exige no ser expeditivos, mantiene códigos con sus informantes que acabarán traicionando en nombre de la supervivencia, serán traicionados por jefes fieles a la regla del sálvese quien pueda, son carne de cañón.

Y no sé si la historia y los personajes son un invento de los guionistas o si se reproduce la realidad. Lo que tengo claro es que resulta creíble porque está contada con músculo, ritmo frenético, poder expresivo. Estos perdedores te transmiten su angustia, su vulnerabilidad, su permanente humillación, sus victorias pírricas, su ausencia de futuro. Está muy bien rodada. Y no sé si en su feudo real los delincuentes van enmascarados, son mayoritariamente musulmanes o islamistas y actúan como si la ley no existiera para ellos. Lo que veo durante un par de horas es cine atractivo, tenso, violento, sombrío. Y que los documentales más rigurosos y fidedignos capten la auténtica realidad en esos barrios de Marsella que parecen estar hirviendo...

Carlos Boyero. El País, vienes 15 de octubre de 2021

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