Pablo Picasso y Brassaï
(pseudónimo de Gyula Halász) se conocieron en París en 1932. El fotógrafo de
origen húngaro tenía entonces 33 años, 18 menos que Picasso. Había recibido el
encargo de retratar al pintor español para el ejemplar inaugural de la revista
surrealista Minotaure que se publicaría en junio de 1933. Era la primera vez
que el ya mundialmente reconocido Picasso permitía que alguien tomara imágenes
de sus talleres y de su obra, y lo hizo porque ya había apreciado las imágenes
de la noche parisiense firmadas por Brassaï. Rotas las reticencias, el
encuentro fue un comienzo de una gran amistad y colaboración que se prolongaría
hasta la muerte del artista malagueño en 1973.
El París que acota la exposición es el de los años 30 y 40 cuando la ciudad ya no era una fiesta. José Lebrero, director del museo, precisa en la presentación de la exposición que la década comenzaba con una de las mayores crisis económicas hasta entonces vivida, la Gran Depresión, que llevaría al colapso financiero y consecuentemente a la pobreza de miles de familias. La cultura y el arte no eran ajenos a esos acontecimientos, pero irresistiblemente se dan cita en París marchantes y artistas que buscaban en la ciudad d ela la luz una nueva vida artística y personal, acorde a sus ideales y con la libertad necesaria para hecerlos realidad...
Philippe Ribeyrolles 8Estrasburgo, 66años), sobrino y ahijado de Brassaï, es el representante del Estate Brassaï Succession, la firma que controla el legado de su célebre tío. Aficionado a la fotografía tuvo la suerte de trabajar durante 18 años con él en su laboratorio. "Era un cuenta cuentos y un gran intelectual regado por Goethe y alimentado por Proust. Cada imagen suya era única. Muy pensada. Era un artesano que trabajaba sobre placa y despreciaba los negativos. Nunca tomó una fotografía a escondidas o sin permiso de los retratados"...
Ángeles García. Málaga. El País, martes 19 de octubre de 2021
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