Montauban, una ciudad de ladrillo rosa, ocupa una meseta que se eleva sobre la confluencia de los ríos Tarn y Tescou y un arroyo. Emplazamiento que la convirtió en una villa comercial y en un refugio para su población, así como para los protestantes durante las Guerras de Religión entre católicos y hugonotes, en el siglo XV. La contienda dejó su huella en forma de cañonazos en los muros de la iglesia de Saint-Jacques, único vestigio medieval que queda junto al puente Viejo: 205 metros de longitud en los que se suceden siete arcos provistos de puntas y aberturas que le han permitido resistir las crecidas del Tarn. En la actualidad también se puede cruzar a la orilla izquierda atravesando el puente Nuevo, ribera donde se eleva el campanario de la iglesia de Saint-Orens sobre encantadoras residencias particulares propiedad de los ricos fabricantes y comerciantes protestantes que hicieron que la localidad creciera fuera de sus propios muros.
En el centro se encuentra la plaza Nacional, rodeada por una holgada galería doble de soportales que hacía posible acoger tanto las mercancías como los carros que las transportaban. De aquel trasiego y bullicio no queda nada. Los puestos de venta se han convertido en cafés y tiendas. Un paseo pro las calles aledañas permite descubrir el patrimonio arquitectónico del casco histórico. Palacios y palacetes de ladrillo rosado que se alternan con conventos y museos.
El antiguo palacio episcopal, antes una fortaleza inglesa construida durante la guerra de los Cien Años, alberga el el Museo Ingres cuyas salas exhiben gran parte de la obra de este pintor oriundo de esta localidad. Y en el cementerio local está enterrado Manuel Azaña, el que fuera presidente de la II República. En su lápida están grabadas las palabras: "Paz, piedad, perdón".
La ciudad cambia de color según la luz del día. Albi puede ser roja, rosa u ocre, y eso se debe, en parte a la incidencia del sol en los ladrillos con que está construida. Los ladrillos se fabricaban con la tierra extraída del Tarn y con los que se levantó la catedral, gótica meridional, templo que sirvió para reforzar la fe católica frente a la herejía cátara.
El adyacente palacio de la Berbie es en la actualidad el Museo Toulouse-Lautrec. En su interior hay expuestos carteles, pinturas, dibujos, litografías y lienzos del pintor nacido en Albi quien retrató el París de finales del siglo XIX.
Galo Marín Aparicio. El Viajero. El País, sábado 6 de noviembre de 2021
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