lunes, 27 de marzo de 2023

"Un paso adelante"

Los obsesos de las etiquetas llaman a flimes como Un paso adelante "feel good movies", lo que vendría a ser algo así como películas de tono amable y reconfortante, de esas que te cargan las pilas para suavizar las cicatrices que te deja la vida.

La narración del largometraje de Cédric Klapisch se construye como una estructura en dos niveles que pivotan en torno a la protagonista, una bailarina. A un lado, esta brillante artista de ballet clásico que sufre un accidente en el escenario poco después de descubrir la infidelidad de su pareja, y el agobio que le produce la posibilidad de no regresar a las tablas a causa de su lesión en el tobillo. Una perspectiva que la haría sentirse fracasada ante esa madre ausente que la ayudó a llegar muy arriba en su profesión. Al otro, un futuro incierto, ella misma ante el reencuentro familiar con un padre viudo y abogado de prestigio que siempre consideró su dedicación a la danza como un mal menor, lamentando que no hay preferido el Derecho al espectáculo. Realmente el hombre es un buen tipo, residente en una población próxima a París, y que parece ajeno al universo de sus tres hijas, en particular de la protagonista, que no duda en reprocharle su indiferencia afectiva.

Pero no estamos ante la convencional trama de inspiración personal que arrastra todos los tópicos  hacia un final estridente. Al contario, el muy curtido realizador francés Cédric Klapisch (1961) -con una veintena de filmes rodados en poco más de tres decenios, los últimos escritos junto al prolífico guionista argentino Santiago Amigorena (1962)- maneja con soltura los resortes del drama blando a sabiendas de que en ese asunto no le interesa ir de original porque con hilos semejantes otros tejieron antes, pero sí es consciente de que puede regresar sobre esas situaciones y darles otro aire.

A los vaivenes sentimentales de la frustrada bailarina le sigue la posibilidad de otros caminos, de otras actitudes ante la vida. Es así como entra en escenario el coreógrafo y bailarín israelí Hofesh Shechter, quizá como la solución a un futuro que le inquieta. Y como manda el canon, reunir a una serie de personajes de apoyo para revestir el entorno emocional, concluyendo la cinta con una puerta abierta a la esperanza que invita al espectador a una sonrisa. La felicidad también es eso.

Miguel Anxo Fernández. La voz de Galicia, sábado 4 de marzo de 2023.

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