Florette en Morgan. Provenza, 1954 |
"¿Qué intento hacer? Pintar, no flores al sol, sino sol sobre flores.... sobre flores, sobre árboles, sobre cualquier cosa y sobre todo". Escribía Lartigue (Courbevoie, 1884- Niza, 1986) en sus diarios el 15 de abril de 1954. Palabras de un pintor que fotografía o de un fotógrafo que pinta con la cámara y que experimenta el medio fotográfico desde los ocho años. Su fama vino de la mano del blanco y negro pero el color fue una obsesión que le acompañó toda su vida; incluso al final de su carrera decide refotografiar en color sus instantáneas monocromas más emblemáticas. Esta reinterpretación cierra el recorrido expositivo mediante una proyección en la que se pueden advertir las diferencias entre sus composiciones, atravesadas por la influencia de la fotografía callejera americana, que transforma y humaniza su lenguaje. De sus 118.000 imágenes donadas en vida al Estado Francés en 1979, solo un tercio ha sido en color, y esta exposición recorre esa especial sinergia, desde la que Lartigue inventa la felicidad.
Preocupado desde pequeño por la fugacidad del tiempo, su insaciable curiosidad le mueve a experimentar modos de atrapar la plenitud de la vida para poder revivirla eternamente, Jacques Henri se deja fascinar por la belleza que rodea su cotidianidad de clase acomodada, de hecho, su padre es la octava fortuna de Francia a finales del siglo XIX. Seducido por los nuevos descubrimientos en automovilístico y aviación, crece rodeado de fotógrafos aficionados y de prensa ilustrada.
En 1902 le regalan su primera cámara, pero no será hasta el descubrimiento del autocromo por los hermanos Lumière, en 1912, cuando el artista podrá experimentar con el color. El autocromo permite aplicar diminutos puntos de color sobre placas de 6 por 13 cm. que carecen de negativo y que necesitan de unos visores específicos para visualizar la imagen en tres dimensiones y cuyos largos procesos de exposición exasperan a Jacques Henri Lartigue, obsesionado por el movimiento...
Conocido como el fotógrafo de las flores, Lartigue convierte este motivo en lenguaje, estudiando a fondo su cromatismo. En 1915 ingresa en la prestigiosa Academia Julien en la que estudian pintura Matisse, Leger o Calder y convierte las flores en un laboratorio para experimentar también con la abstracción. La exposición trae a Madrid en primicia mundial unos estudios textiles que demuestran cómo sus preocupaciones abarcan además cuestiones técnicas y artesanales vinculadas con las arte decorativas y la moda, como la serie del décollage de carteles de París utilizado para confeccionar un fular para la prestigiosa Maison Craven...
Lartigue es pura elegancia, placer escópico. Vean la exposición en la Fundación Canal hasta el 23 de abril y sean felices.
Maria Marco. El Cultural, 24-2-2023.
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