domingo, 5 de marzo de 2023

Philippe Starck: "Que las cosas duren material y formalmente es sostenibilidad"

Este año Valencia es la capital mundial del diseño. Para inaugurar el acontecimiento, han engalanado el Palau de les Arts, que ideara Calatrava, y han subido al escenario a Pilippe Starck (París, 73 años). Starck que inventó los hoteles boutique y vendió millones de copias de un exprimidor de naranjas más escultórico que funcional, lo ha sido todo en el diseño. Ahora viaja con frecuencia a la capital valenciana porque su nueva silla la fabrica la mayor exportadora de muebles española: Andreu World. Ante el micrófono, rompe prejuicios defendiendo los bioplásticos y hace reír al público. Lo hace constantemente. Puede que incluso sin darse cuenta. 

P.- Con una cuchara en la nariz, comiéndose un plátano retorcido como un contorsionista o desnudo, los retratos que le han hecho relatan décadas de la historia del diseño. ¿Es usted su mejor diseño?

R.- No tengo el software para diseñarme. Lo que ha descrito o es azar o es idea de otra persona. La vida es extraordinaria, cada cinco minutos puede pasar algo que nos cambie. Eso ha ido pasando. Y había por allí un fotógrafo

P.- ¿No ha construido su imagen?

R.- Jamás. Hay quién cree que me cambie el nombre para que fuera más artístico. Siento decepcionar: no tengo la suficiente inteligencia para hacerlo.

P.- Inventó al "diseñador extrella". 

R.- No. Me convertí en diseñador porque de joven me sentía muy solo, desesperado incluso. Pensé qué tenía que hacer con mi vida algo más que pensar en el suicidio y probé a diseñar. No es una vocación. No me interesa el diseño. Pero como no estudié y no entiendo a la sociedad, el diseño era mi sitio porque no precisa una educación.

P,- ¿Eso cree?

R.- La creatividad no se obtiene a base de educación.

P.- ¿De dónde sale?

R.- De una enfermedad mental. Y en eso soy muy bueno.

P.- ¿En serio?

R.- En serio. Cuando diseño puedo utilizar mi ligera enfermedad mental. Tengo asperger.

P.- ¿Ha sido diagnosticado?

R.- Claro, Y he terminado por pensar que es una suerte. Del asperger he sacado la creatividad . Y al no tenerlo grave, he podido desarrollar  una vida bastante normal.

P.- Siempre aconseja no escuchar a nadie. ¿A quién no escuchó?

R.- A nadie. La razón es porque nadie nunca me habló

P.- ¿Está bromeando?

R.- No. Nunca bromeo. Soy una broma, pero no bromeo. Me crie sin padre, casi sin madre y estando siempre solo. Sin nadie que me hablara, terminé por no entender  a los que me hablaban. Soy una persona incapaz de aprender de los demás. Lo único que sé son conclusiones a las que he llegado tratando de entender las cosas. No escuchar lo que te dicen y buscar información por tu cuenta es fascinante. Si quieres saber algo estás obligado a ir al fondo de las cosas. Evitas repetir lo que dice todo el mundo y... las cosas parecen otras. Tener una opinión propia  construye tu conocimiento y te construye a tí. En parte también te aisla. Y ese es mi drama. Pero también mi gran fortuna. Vivo lejos de todo, solo con mi mujer.

P.- ¿Qué le hizo creer en usted?

R.- Me pasaba el día durmiendo. Un día mi madre, prácticamente la única vez que lo hizo en toda su vida, decidió ir a la escuela y el director le dijo que tenía un hijo brillante, pero carecía de la más mínima confianza en sí mismo. Era un hombre muy inteligente. Y no es que yo no confiara en mí, era más bien que me despreciaba. Por eso me obsesioné con ser bueno en algo para no despreciarme. Me he pasado toda la vida intentando no despreciarme.

P.- Según cuenta, paso de ser extremadamente tímido a convertirse en una figura pública extrovertida.

R.- Debo corregirle de nuevo. Siempre he estado solo.

P.- ¿De niño incluso?

R,- Sobre todo de niño. Mis padres se divorciaron  cuando tenía siete años. Yo vivía con mi madre. Pero ella nunca estaba en casa.Lo que le gustaba eran los hombres. Y necesitab mucho tiempo  para esa pasión porque los hombres requieren mucho tiempo. El caso es que yo salía de casa pero no iba al colegio.

P.- ¿Qué hacía?

R.- Iba al bosque de Saint-Cloud, a las afueras de París, siempre al mismo banco. Allí pasaba el día. No era un bosque, me he dado cuenta luego. Con diez años lo sientes como un bosque. Pero nada ha cambiado: no soy una persona extrovertida.

P.-- Su imagen pública muestra lo contrario...

P.- Todo parece interesarle: ha diseñado bicicletas, cepillos de dientes, edificios, hoteles...

R.- Son pocas cosas. Y además odio el pasado. Para mi es algo inútil, una suma de errores. Me interesa el futuro que queda más allá de mí mismo.

P.- Ideó una mesa para Mitterrand. Y su suerte cambió. No ha vuelto a trabajar para ningún político.

R,- Mitterrrand era Mitterrand, una persona excepcional, de izquierdas como yo. Compartíamos valores. No bromeo con los valores humanos y la mejor política es eso.

P.- Se presenta como un dieñador democrático.

R.- Porque diseño objetos accesibles.

R.- No todos.

R,- No es necesario elegir: se pueden hacer caros y económicos.

P.- Diseña constantemente  y eso no es lo mejor para el planeta.

R.- No sé hacer otra cosa. Mi cerebro es una máquina de reinvención continua. Cada noche trato de acostarme temprano. Intento no beber. No me drogo. Madrugo y creo hasta que el cerebro no da más de sí...

Anatxu Zabalbeascoa. E País Semanal, 4 de febreo de 2023.

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