La intensi dad que Marion Cotillard y Melvil Poupaud introducen en sus personajes, en particular Cotillard, dan con sus registros coherencia al caos que parece dominar buena parte del metraje. Con una estrecha conexión en su juventud, producto de una educación peculiar pero tamnién consecuencia de su talento creativo, un desgraciado accidente automolístico de sus padres provoca que por fin ambos coincidan en el hospital pese a evitarse mutuamente durante años. Ya la secuencia inicial anticipa que algo no va bien cuando su hermano la echa a gritos de su casa cuando ella acude al duelo para darle el pésame por la muerte del único hijo de él, todavía un niño. Restará indagar en las razones del drama en un tono muy a la francesa, cargando en algunas escenas y aflojando en otras, para culminar con una catarsis, aunque intuída o esperada, no por eso necesaria a riesgo de cerrar en falso. No hay impostura pese a lo señalado por algún sector de la crítica en Cannes. Solo que algunas situaciones resultan de disgestión incómoda por forzadas de más.
Miguel Anxo Fernández. La Voz de Galicia, jueves 2 de marzo de 2023.
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