XL Semanal. ¿Cómo es la vida de una leyenda? ¿Se despierta y piensa: "Qué fuerte, soy Jane Birkin"?
J. Birkin. No (se ríe) Menuda pregunta. Ya era Jane Birkin cuando nadie me conocía y lo era cuando las cosas se pusieron feas. En el día a día, ser una leyenda no te sirve de nada. Pero me alegra que mi voz siga ahí; esta sí parece no envejecer.
XL. Eso es verdad
J.B. ¿Sabe lo que no cambia? Lo que siento cuando canto. En el escenario, me siento atemporal, sin edad.
XL. También rodó grandes películas.
J,B. Nunca me gustó ponerme ante la cámara. Los directores y los fotógrafos eran tan hábiles que no se notaba. Mi hija Charlotte tiene más talento.
XL. Pero los críticos la valoraban...
J.B. No pienso mucho en la joven que fuí, no la encuentro interesante. Mi suerte fue cruzarme con Serge, me beneficié intensamente de su arte.
XL. Serge Gainsbourg. Para muchos, fue el músico más importante de la segunda mitad del siglo XX.
J.B. Cuando murió en 1991, recopilé frases de gente sobre él. Godard, Bardot... Todas conmovedoras. Mitterrand dijo que había sido el poeta francés más grande desde Baudelaire. Solo ahí fui consciente de a quién había tenido a mi lado.
XL. Usted y él siguieron muy unidos después de su divorcio, en 1980.
J.B. En una de sus últimas canciones me decía: "You had the best of me". Y es verdad, mientras estuvimos juntos, "tuve lo mejor de él".
XL. Pero su talento no dependía solo de él, ¿verdad?
J.B. Nadie habría descubierto en mí lo que él vio. Grabar Je t'aime... fue casualidad, porque la hizo para Brigitte Bardot (la lanzaron pero su marido pidió su retirada) La subió una octava para adaptarla a mi voz y eso le dio ese toque tan especial. Le gustaba la fragilidad en mi voz.
XL. Usted fue un símbolo para toda una generación. Eso que cuenta no suena muy feminista...
J.B. Nunca fui combativa. Excepto cuando vivía en Londres e iba con mi padre a manifestaciones contra la pena de muerte...
XL. Vivió Mayo del 68 en París. ¿Compartía las inquietudes del movimiento?
J.B. Yo venía del Swingin London, que también fue una rebelión popular, aunque muy distinta. Nos ganamos el derecho a una moda nueva. Hoy es difícil de entender, pero la moda entonces era cosa de señoras de la aristocracia con dinero y nosotras luchábamos por el derecho a llevar minifalda y ano tener que vestirnos como quisieran nuestros maridos. Así que lo que pasaba en Francia no me decía gran cosa porque muchos de aquellos temas ya los habíamos superado.
XL. ¿La libertad de las mujeres sencuentra hoy amanazada?
J.B. Siempre hay que mantenerse alerta para no perder las libertades que se han conseguido.
Xl. Las jóvenes feministas tienen una mirada crítica hacia la actitud sexy de las mujeres de los ssetenta...
J.B. Una vez, Libération me acusó de haberme dejado usar en Blow-up. ¡Absurdo! Gillian Hills y yo interpretamos a aquellas dos muñequitas tontas conscientemente. Entendíamos su función en el guión y lo interpretamos desde el arte. Negarnos esa libertad artística es síntoma de una forma de ver el mundo bastante extraña.
XL. ¿Cuándo empezó a ser independiente?
J.B. Cuando empecé a escribir mis canciones y dirigir mis películas. De todos modos, siempre fuí una buena intérprete de las canciones de Serge, que expresaba su lado femenino a través de mí. Iba de tipo duro para provocar, pero conmigo sacaba lo contrario. Yo le daba expresión a su lado femenino, frágil, pero la gente no lo veía, solo me veía a mí.
XL. ¿Qué echa de menos?
J.B. A Serge. Al principio pude con ello, pero hoy me cuesta mucho. Lo echo terriblemente de menos. Van a transformar su casa en museo y Charlotte está muy implicada, pero es muy duro: sigue presente, pero en realidad no está. En Francia está en todas partes; la literatura, las revistas; hay mil destellos suyos a mi alrededor. Me gustaría que estuviese aquí, con su sentido del humor y su maravillosa peligrosidad.
XL. ¿Es usted muy sentimental?
J.B. Todo lo pasado y perdido provoca añoranza. Muchas veces pienso en cómo habría sido todo de haber formado una familia de verdad. Me pasa al ver a parejas mayores felices. O a Charlotte y a su marido, Yvan, que llevan 25 años juntos. Al final no hay nada mejor que envejecer juntos...
David Baum. XLSemanal, 10 de febrero de 2023.
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