Fotograma de Dialogando con la vida |
Dialogando con la vida entraría a la cabeza de este segundo grupo de películas, aunque por una vez el drama cautiva y conmueve a pesar de que no dé respiro. La historia del joven Lucas, al que la inesperada muerte de su padre le llega en ese momento de la adolescencia en el que todo es resplandeciente y doloroso, sobre todo el despertar de la sexualidad, se recrea en un tono lastimero y engolado, sostenido por la divagante voz en off del protagonista. Este recurso ofrece al conjunto un sentido estrictamente novelesco. Si añadimos el escepticismo y el lirismo desbordantes de la propuesta, el riesgo de resultar cargantes es manifiesto, pero Honoré nos mantiene hipnotizados ante el drama de una familia que busca la manera de recomponerse tras el traumático mazazo propinado por el destino.
Buena parte del éxito del filme descansa en el trabajo de los intérpretes. Poco más podemos añadir que matice la grandeza de Juliette Binoche, impecable en el papel de esa madre que acabará apropiándose del punto de vista , o de un Vincent Lacoste que ha demostrado una versatilidad fuera de lo común y que aquí borda al hermano bipolar. Sin embargo, es el joven Paul Kitcher quien consigue con naturalidad y sutileza agarrar al espectador y no soltarlo en 120 minutos.
Javier Yuste. El Cultural, 5-5-2023.
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