Desfile en el Museo Marítimo de Barcelona de Elie Saab. EFE |
De hecho, fue en plena guerra civil libanesa, en 1982, cuando Elie Saab decidió abrir un pequeño estudio de alta costura. Tenía 18 años cuando, tras un año estudiando moda en una escuela de París, decidió volver a su ciudad natal para probar suerte con vestidos repletos de bordados y pedrería que creaba de forma autodidacta. "Si estamos aquí cuarenta años después es gracias a la pasión de mi padre", comenta su heredero. "Pasó por muchas adversidades al principio, pero siempre se ha rodeado de un equipo fiel que ha empujado para que las cosas sigan adelante . Yo siempre supe que quería hacerme cargo de la empresa en la que crecí porque veía como funcionaba y la motivación del equipo. Ahora no diría que nos mantenemos de forma orgánica, siempre hay retos, pero sí que ese empuje se ha estabilizado".
Elie Saab padre comenzó vistiendo para ceremonias a las mujeres acaudaladas de Beirut y gracias a otra de sus embajadoras, Rania de Jordania su influencia se expandió a los países árabes, donde se convirtió en el diseñador de referencia. "Obviamente, nuestra clientela ha cambiado, aunque en realidad cambiar no es la palabra, porque ellas siguen siendo fieles. Digamos que se ha expandido, a otros países y entre otras generaciones", explica.
Por eso, en pleno crecimiento el hijo de Elie Saab quiere abrir un nuevo capítulo en la empresa familiar. "Tenemos una identidad muy marcada, y un público que acude a nosotros buscando lo lujoso y lo femenino, así que ahora el siguiente paso es convertir Elie Saab en una marca de estilo de vida, más allá de la moda.
Leticia García. Barcelona. El País, 7 de mayo de 2023.
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