Como si se invocara a los atrevimientos de Frida Kahlo, que viajaba en los años treinta a EEUU con sus faldas tehuanas, amplias en la cadera, largas y coloridas, sus huipiles (túnicas bordadas) y sus camisas tradicionales cosidas en Oxaca, los diseños de Maria Grazia Chiuri se llenaron de ese espíritu. Sobre la pasarela un vestido rosa de amplio vuelo acompañado de botas texanas (protagonistas de la noche) recordaba aquel que usó la artista en uno de sus autorretratos. Sobre las telas un animalario hecho de monos y loros bordados recordaba esa exuberante fauna mexicana que quedó plasmada en sus pinturas. Y los trajes masculinos, tan propios de la casa Dior, hacían eco de la rebeldía de una mujer que, décadas antes de que se hablara de roles de género, ya se ponía pantalones y sacos buscando desafiar con su vestido lo que se esperaba de ella.
Con esta pasarela, el sueño de Maria Grazia Chiuri se cumple, el vaticinio se concreta. La diseñadora había puesto el nombre de México sobre la mesa de Dior desde 2016. La inspiró la idea de que fuera la tierra donde rebeldes indescifrables como la fotógrafa Tina Modotti o los artistas Remedios Varo y Leonora Carrington hubieran encontrado el terreno fértil para ser enteramente ellas.
Además, este país, le invocaba el recuerdo de un profundo remezón interno ocurrido en sus años de juventud cuando vio por primera vez en Italia una exhibición de Frida Kahlo. Ese estremecimiento se materializó en esta colección en forma de mariposas que, "como joyeros para un cuerpo roto", se posaron en collares, en las trenzas sin fin de las modelos y en los excelsos jacquards (tipo de tejido)...
En la primera fila del desfile se sentaron más de 10 mujeres y hombres artesanos mexicanos que habían trabajado las piezas con sus manos. "Frida hizo que esa cultura material mexicana que exponía en sus atuendos se volviera arte. Es importante hablar de esto, porque muchas veces no celebramos lo suficiente lo artesanal, y lo que Dior me permite hacer es celebrar ese saber", asegura Maria Grazia Chiuri. Fue el guardarropa de la pintora -revelado al mundo en 2004, tras 50 años encerrado por órdenes de su esposo Diego Rivera ante el duelo a su muerte... Lo que consigue el puente entre la artesanías mexicanas y Dior es empezar a crear un diálogo con otros posibles lugares de uso, con esa otra posición en primera fila en un desfile. Se concreta esa intención que la diseñadora busca con esta apuesta: "Que moda, arte y artesanía estén en un mismo nivel de jerarquía". "Esta conversación puede conseguir que la tradición se mantenga. Soy del sur de Italia donde se perdió la tradición del bordado", explica.
El cierre del desfile dejó a los asistentes en silencio. 18 modelos con vestidos blancos bordados con frases altivas en rojo se pararon en el centro del patio. Un nuevo clamor abraza a esos vestidos, esta vez en las voces de Vivir Quintana y Mon Laferte: "A cada minuto, a cada semana, nos roban amigas, nos matan hermanas, destrozan sus cuerpos, las desaparecen. No olviden sus nombres, señor presidente"
Angélica Gallón Salazar. México. El País, lunes 22 de mayo de 2023.
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