domingo, 25 de junio de 2023

¿Francia "descivilizada"? La violencia inquieta a Macron

                                  (Foto: Reuters/ Ludovic Marin)

Fueron 10 días aciagos a mediados de mayo: la coincidencia de varios sucesos violentos puso al país en alerta. Y activó a Emmanuel Macron. El presidente francés cambió su agenda para asistir al homenaje a tres policías muertos al chocar en una carretera con un automóvil en dirección contraria. Unos días antes, el Gobierno había anunciado un endurecimiento de las penas por las agresiones a alcaldes como el del municipio de Saint-Brevin, quien dimitió después de un incendio en la entrada de su domicilio. Por las mismas fechas, un hombre con problemas psiquiátricos graves mató a una enfermera en un hospital de Reims. Y en Amiens, un sobrino de Brigitte Macron, esposa del presidente, fue golpeado por un grupo de manifestantes contra la reforma de las pensiones. "Ninguna violencia es legítima, sea verbal o física", dijo Macron el 24 de mayo en el Consejo de Ministros. "Hay que trabajar en profundidad para contrarrestar este proceso de descivilización".

Al utilizar esta inusual palabra, "descivilización", el presidente desató uno de eses debates que tanto gustan en Francia, pero en los que, de dar tantas vueltas a los argumentos, se acaba olvidando de qué se hablaba: una serie de actos violentos que poco tienen que ver entre sí, pero que, al coincidir en el tiempo, dan la sensación de un país al borde del colapso. Aunque varios indicadores sobre la inseguridad y la delincuencia han aumentado en los últimos años, la sensación de violencia generalizada es falsa, pero fácil de instrumentalizar políticamente. Y es un reflejo de experiencias tangibles.

"Es muy característico de Francia: en vez de hablar del fondo se habla de una palabra", lamenta Christian Schoettl, 68 años, y desde hace 34, alcalde de Janvry, un pueblo de 600 habitantes a 28 kilómetros al sur de París. "Si al tipo que me amenazó con cortarme la cabeza con una sierra eléctrica llego a hablarle del proceso de descivilización ...". Schoettl explica lo que ocurrió hace un año, en una de las carreteras que salen de este oasis de prosperidad y confort en medio de los campos de trigo. Unos muchachos, que no eran del pueblo, hacían piruetas con sus motos en la carretera. El alcalde y su número dos los conminaron a parar. El tono subió, En un momento dado, uno de los muchachos sacó la sierra mecánica. En un vídeo que grabó el alcalde se escucha a alguien que le dice: "Le voy a arrancar la cabeza".(...).

El alcalde Schoettl se pregunta: "¿Qué ha sucedido en nuestra bella Francia?" Y esboza una teoría: "Las cosas empeoraron después de la covid. La gente estaba encerrada y controlada, y tenía la impresión de que había una autoridad ciega y a veces estúpida...Todo lo que rodea a la autoridad se pone en duda. Al haber sido encerrados por una autoridad en la que no se confiaba, la gente aprende a esquivar todas las reglas, y sobre nosotros se cristalizan todos los rencores".

¿Refleja todo esto, como dice Macron, un proceso de "descivilización"? ¿O se exagera? Cuando el presidente usó esta palabra, sus críticos se apresuraron  a recordar que Descivilización es un libro de Renard Camus, el escritor de extrema derecha que ha popularizado la gran sustitución o gran reemplazo, término que ha inspirado a terroristas racistas blancos...

Macron no se inspiró en Camus, sino en el sociólogo alemán Norbert Elías (1897-1990), según sus colaboradores. Se lo mencionó el politólogo Fourquet durante un almuerzo en el Elíseo. "Puede plantearse la hipótesis", escribió después Fourquet en Le Point, de que la capa de barniz civilizado, que pacientemente se depositó al hilo de los siglos, se ha fisurado en las últimas décadas". El historiador Roger Chartier, especialista en Elías y prologuista en francés de su libro Los alemanes, explica en un correo electrónico: "En la obra monumental de Elías, la descivilización supone la compresión del proceso de civilización que, entre la Edad Media y el siglo XIX, transformó la estructura psíquica de las sociedades occidentales. Lo caracterizó la interiorización de mecanismos estables del autocontrol delos afectos y las pulsiones".

Chartier cree que,  si se utiliza de forma imprecisa la palabra descivilización puede convertirse en un instrumento ideológico para la extrema derecha, que lo vincula con la teoría del gran reemplazo. "Evidentemente ", concluye el historiador, "no pienso que el presidente Macron comparta esta ideología mortífera, pero habría sido juicioso evitar o explicar apoyándose sobre la obra de Elías el uso de una palabra tan peligrosa"... 

Marc Bassets. Janvry. El País, domingo 4 de julio de 2023.

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