Jane Birkin y Serge Gainsbourg
Lo más curioso de la jadeante Je t'aime,,,, la pieza que convirtió a Birkin para siempre en mito cultural y erótico del siglo XX, y que multiplicó exponencialmente su impacto después de la censura del Vaticano y la BBC, es que el parisiense Gainsbourg ni siquiera la había escrito para ella. Existe una versión anterior, de 1968, que el poeta y compositor comparte con su destinataria original, Brigitte Bardot, y que la actriz acabó proscribiendo para evitar las suspicacias de su marido, el multimillonario Gunter Sachs.
Poco después, Serge coincidió con Jane durante el rodaje de Slogan y el incendio fue imparable. Ella acababa de dejarlo con el ya entonces muy reputado John Barry, compositor de las bandas sonoras de James Bond, con quien tendría una hija, Kate Barry, que se quitó la vida en 2013. Gainsbourg, casi 18 años mayor, supuraba por la herida del abandono de Bardot, que ya no quería seguir ejerciendo de amante. El flechazo Jane/Serge se prolongaría durante 12 años entre apasionados y tormentosos, simbolizados desde hoy más que nunca por la figura de su hija, Charlotte Gainsbourg (Londrs, 51 años), que en talento frente a la cámara y como cantante de voz susurrante y embaucadora tiene poco que envidiarle a su madre.
Jane procedía de una familia burguesa y con cierto porte aristocrático. Era hija de una actriz ilustrísima, Judy Campbell (la favorita de Noel Coward) y de un capitán de fragata y héroe de la II Guerra Mundial, David Birkin, que aprovisionaba a la resistencia francesa en los tiempos de la invasión nazi. Resultaba imposible que su magnetismo y belleza arrolladora pasaran inadvertidos en los felices ambientes del Swinging London, y de ahí que Antonioni la escogiera en 1966 para Blw-up (Deseo de una noche de verano), donde ya protagonizó un primer escándalo por aquel desnudo frontal e inolvidable en todas sus acepciones. La eclosión de juventud, hermosura y ansias de libertad se prolongaría en 1969 con el psycothriller erótico La piscina, tórrida historia de un triángulo a pleno sol con Alain Delon y Romy Schneider ocupando los dos vértices restantes.
Más allá de todas aquellas escandaleras en una Europa todavía algo pacata, Jane nunca quiso circunscribirse a su imagen de mujer sensual, aunque Serge no siempre se lo pusiera fácil... Pero en paralelo fue afianzando una carrera cinematográfica que acabaría rondando los 70 títulos, entre ellos algunos firmados por los realizadores más reputados de la escena gala: de Jen-Luc Godard a Bertrand Tavernier, Alain Resnais o la belga Agnès Varda, además del californiano James Ivory, para el que protagonizaría ya en 1998 La hija de un soldado nunca llora.
Serge y Jane se erigieron en un canto a la bohemia y la ausencia de ataduras. Hacían buena pareja pese a los excesos de la vida noctámbula, que conciliaban (malamente) con la crianza de Charlotte y alimentaban con siestas larguísimas. Birkin acabaría separándose en 1980 de Gainsbourg, ya entonces muy castigado por el alcohol, pero el tándem conservó hasta el fallecimiento de él, en marzo de 1991, la química y el aprecio recíprocos... En su última entrevista para El País, hace justo un año, Jane glosaba a su expareja con estas palabras: "Era el mayor escritor francés de su época y un hombre extraordinario y muy divertido. Tuve mucha suerte con él: me lo enseñó todo".
Fernando Neira. Madrid. El País, lunes 17 de julio de 2023.
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