su documental 'Dahomey' en la Berlinale. /Markus Schreiber |
Esa promesa se materializó cuatro años después con esa primera restitución, a la que siguieron otras. Diop decidió reflejarla en una película narrada, en un inhabitual gesto poético por una de esas obras de arte que dormitaban en algún museo francés, recogiendo un debate que ya se ha vuelto ineludible en la Europa de hoy. Dahomey se estrenará a finales de año en Filmin. Antes, Diop, que en su veintena fue actriz junto a Claire Denis y luego dirigió Atlantique que ganó el Gran Premio del Jurado en Cannes en 2019, respondió a nuestras preguntas en en 2017 en Berlín, a pocas horas del desenlace del festival.
P.- ¿Es esta película una respuesta al actual debate sobre la descolonización?
R.- Es un poco anterior. Cuando escribía el guion de Atlantique ya tuve la intuición de que mi siguiente proyecto giraría en torno a la cuestión de la devolución de las obras de arte, solo que en forma de ficción pura. Más que nada, porque durante mucho tiempo me pareció imposible que algo así sucediera. Fue al escuchar a Macron en Uagadugú cuando empezó a tomar forma. Debo decir que la palabra restitución resonó con mucha fuerza en mi interior.
P.- ¿Por qué motivo?
R.- Es el término que resume el trabajo que llevo haciendo todos estos años. En 2008, a los 25 años, decidí implatar mi productora en Dakar y ambientar mis primeros mediometrajes allí. Lo hice por la necesidad de regresar a mis orígenes africanos. Entonces era un gesto poco común, porque nadie quería ir a África, no estaba de moda. El continente seguía siendo una parte del mundo bastante despreciada, incluso por los afrodescendientes, que no sentíamos la necesidad de abrazar esa identidad y asumirla con orgullo, como sí ha sucedido luego, durante estos últimos años.
P.- En 2019, el informe Sarr-Savoy, encargado por Macron, recomendó que, cada vez que un país africano solicitara la restitución de una obra, Francia la aceptase si no podía demostrar que no fue robada o expoliada. ¿Cómo reaccionó ante ese informe, que entonces generó escepticismo y críticas de maximalismo?
R.- Yo tampoco esperaba que sucediera nada y, cuando pasó, me pareció espectacular. Eso fue lo que dirigió mi película hacia el documental. Sentí que, como cineasta, era importante aprovechar ese momento. A Macron le salió el tiro por la culata, porque recurrió a dos personas, la historiadora Bénédicte Savoy y al economista Felwine Sarr, intelectualmente rigurosas y de una gran integridad. Ellos aprovecharon el encargo de Macron para convertir el informe en una herramienta política. Fue toda una hazaña. El pensamiento que emana de este informe fue crucial para mí en la realización de Dahomey.
P.- Macron pudo haber tirado ese informe a la basura y no lo hizo. ¿Por qué cree que decidió aplicarlo? La pregunta vale para el resto de los gobiernos que han devuelto obras durante estos años, de Alemania a los Países Bajos.
R.- Soy capaz de reconocer, pese a ser fundamentalmente contraria a las políticas de Macron, la validez de los gestos concretos, cuando los hay. Sería absurdo tirarlo todo a la basura. Pero, con total sinceridad, veo en el gesto de Macron una paradoja bastante opaca.
P.- ¿Cree que fue un intento de mantener la influencia francesa en su antiguo espacio colonial?
R.- Me parece una evidencia que, desde hace algún tiempo, la estrategia de Francia para volver a ganarse una buena reputación entre la juventud africana pasa por una serie de actos que son, en el fondo, una estrategia de seducción... (...)
P.- Su película habla de la devolución de un patrimonio tangible, pero también intangible...
R.- Ese era el meollo de la cuestión. Si decidí hacer esta película fue porque ese asunto se encuentra en el corazón de mi identidad como mestiza, como afrodescendiente. Tomé la decisión de anclar mi cine en Dakar para reconquistar mi parte africana, mi negritud, porque durante mucho tiempo estuvo muy aplastada por mi entorno, que era muy occidental. Nací en Paris, crecí en París, me formé en París y estudie arte en París. Me desenvolví en un mundo blanco y elitista, alimentado exclusivamente de un imaginario occidental. En un momento dado, empecé a sentir angustia al darme cuenta de que las imágenes propias de la historia africana estaban desapareciendo....
Álex Vicente. Babelia. El País, sábado 16 de marzo de 2024.
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