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Fotograma de Nuestro último baile |
Hay muchos modos de afrontar el duelo de un ser querido. El escogido por Germain, un viudo de 75 años que pierde a su mujer inesperadamente, es ocupar el lugar de ella como componente amateur de un espectáculo de danza contemporánea, para así "acabar" aquello que ella empezó y sentirse más conectado a su recuerdo. El filme de Dephine Lehericey (conocida sobre todo por El horizonte, película multipremiada en los Premios de Cine Suizo de 2020 y reconocida también en el Festival de San Sebastián) aborda la tercera edad de un modo dinámico y optimista. Su protagonista es un hombre acomodado en una rutina en la cual su esposa se encarga de todo, que pasa tras su muerte a estar bajo el férreo control sobreprotector e infantilizador de unos hijos que organizan agendas, tuppers y llamadas telefónicas continúas. Con un enfoque que se decanta desde un inicio por la comedia a pesar de su triste trasfondo, Lehericey aboga por una perspectiva vitalista de la senectud, nunca es tarde -defiende- para abrirse a nuevas experiencias y conexiones con la vida.
El mayor logro del film, premio del público en el Festival de Locarno, es aunar cine y danza, mostrándonos el poder curativo de esta última, pues mediante la conexión con un grupo de extraños que se expresan mediante su cuerpo en un baile performántico, se depuran penas y tristezas. El cuerpo anquilosado de Germain (un acertado François Berléand), no acostumbrado a moverse, consigue coger ritmo, flexibilidad y belleza, y expresarse de un modo inimaginable anteriormente. Y además con el añadido de ver a la Ribot,-coreógrafa, performer e icono de la escena contemporánea- en su primer papel de la gran pantalla, interpretándose a sí misma y haciéndose cargo de las coreografías del filme.
Sabela Pillado. La Voz de Galicia, sábado 16 de marzo de 2024.
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