martes, 12 de marzo de 2024

Bélgica da un paso más para devolver el legado colonial de sus museos.

En la exposición Re-Thinking Collections

La advertencia a la entrada del Museo de África de Bruselas está escrita en varios idiomas, europeos y africanos: "Todo pasa, salvo el pasado". Cómo afrontar ese pasado, sobre todo cuando implica un siniestro legado colonial como el de Bélgica, es un proceso largo, difícil y doloroso. En el museo fundado por el rey Leopoldo II en un magnífico palacio a las afueras de Bruselas para exhibir obras y objetos -y hasta restos humanos- de ese Congo que durante décadas fue su propiedad personal, hace tiempo que se emprendió una tarea de reflexión, que incluyó su cierre durante cinco años para reconfigurar  su colección  para que dejara de ser  una oda a la colonización y ofreciera una mirada crítica y contextualizada del pasado del país. 

Un camino que ahora da un paso más, con la exposición Re-Thinking Collections (Repensar las colecciones), basada en una investigación científica sobre los orígenes de los fondos como paso previo fundamental -aunque no exclusivo, advierten sus responsables- para emprender el camino de la restitución a sus países de origen.

"No se trata solo de renovar nuestro edificio también debemos innovar completamente, sobre todo nuestra forma de pensar", explica el nuevo director general del Museo de África, Bart Ouvry. "Esta muestra es un nuevo paso para retomar, de una manera crítica, la forma en que miramos nuestro pasado como museo, pero también como belgas y como europeos.

La exposición, que permanecerá abierta hasta el 29 de septiembre, propone un breve pero profundo recorrido sobre las razones que están detrás de la necesidad de restitución -establecida por ley en Bélgica desde 2022- y los complejos procedimientos necesarios para aclarar el origen  de las colecciones de los museos. No es una cuestión baladí: solo en el Museo de África, se desconoce totalmente el origen del 22% de sus fondos, la mayoría (más de 40.000 piezas, el 60%) son obras del Congo llevadas al país antes de la I Guerra Mundial. "¿Cómo llegaron aquí? Algunos lo hicieron a través del sector privado, o por las fuerzas públicas, y sabemos bien que parte de ellas llegaron a nuestra colección mediante violencia, el robo y manipulaciones. Es importante saberlo", subraya Ouvry, un director de museo atípico, ya que antes fue embajador en varios países africanos. Un pasado profesional que marca su experiencia al frente del mayor referente  belga, y probablemente europeo, del pasado colonial occidental.

La nueva muestra, que según Ouvry obedece también a un ejercicio de "transparencia" y de voluntad de incitar al diálogo sobre el pasado colonial, la abre una de las piezas icónicas del museo: la estatua Nkisi Nkondi, arrebatada como trofeo a su dueño, el jefe tribal Ne Kuka, uno de los nueve reyes de la ciudad de Boma, en 1878, durante una expedición de castigo del comerciante belga Alexandre Delcommune. La estatua está en la lista de las obras a restituir a Kinsasa (capital de la República Democrática del Congo), ya que nadie discute la necesidad  y hasta la obligación moral de devolverla a sus dueños originales. Pero no todas las obras tienen un origen tan claro. El museo estima que el 25% de su colección proceden de expediciones de colección organizadas específicamente con este fin, pero queda por averiguar con qué procedimientos fueron obtenidas. Otro 15% son piezas con las que se hicieron los militares; un 12%, la Administración colonial, un 8%, las empresas que allí operaban y un 7% procede del mercado de arte colonial...

Silvia Ayuso. Bruselas. El País, viernes 19 de enero de 2024.

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