Puede que la decisión de abrir cada año el catálogo con Maryse tenga algún motivo detrás. Pero, sea casualidad o estrategia editorial, lo cierto es que los inviernos le sientan bien a la literatura de Condé. Sus letras son frías, no hay mucha luz en las historias de nos cuenta y es fácil enfangarse en el humedal de malas decisiones en el que caen sin remedio muchos de sus personajes. Incluida ella misma, que en sus memorias Corazón que ríe, corazón que llora (publicado en castellano en 2019) y la segunda parte, La vida sin maquillaje (2020), nos desvela su mayor error vital: creer que tus raíces las marca el lugar donde naces.
El desarraigo es la piedra angular de toda su obra. Los protagonistas de su ficción (siendo honestos, casi todas mujeres antillanas como ella ) sienten en sus carnes ese "no sé de dónde vengo ni a dónde voy" que les hace experimentar una profunda soledad y las empuja a estar en continua búsqueda de un hogar. Pero su casa no está en ningún sitio porque en ningún país son bienvenidas. Estas mujeres viajen desde el Caribe a Europa, Norteamérica o África donde acaban sintiéndose apartadas de la vida de los blancos y fuera de las comunidades negras. Nunca son suficiente para nadie.
Y aunque en apariencia son tremendamente individualistas, cuando el lector empieza a conocerlas y a entender sus intenciones, se da cuenta de que todas ellas anhelan pertenecer a algo. A veces a alguien (aunque, a todas luces, eso no sea una buena idea). En Yo, Tituba, la bruja negra de Salem (2022 en castellano) es el deseo de encontrar algo parecido al amor lo que empuja a Tituba a dejar atrás a su país. Y esa acabará siendo su condena cuando viva la crueldad y la violencia del esclavismo en sus carnes.
La historia de Tituba sumada a una larga y prolífica carrera literaria, le valió a Condé el Premio Nobel Alternativo de las leras en el 2018.
Para seguir completando esa colección de la autora guadalupeña más internacional, Impedimenta ha decidido recatar este año Historia de la mujer caníbal una obra publicada originalmente en el 2003. Está claro que el canibalismo es un tema delicado desde que La sociedad del nieve ha vuelto a poner sobre la mesa esto de la antropofagia. Pero no se preocupen. Nadie se come a nadie en esta historia.
De hecho, al principio parece que es Rosélie, la protagonista, la que está siendo devorada por la situación. Su marido ha sido asesinado en plena calle una noche que salió a por tabaco. Nadie lo entiende. Todo un misterio (...)
De nuevo el desarraigo y la soledad son el centro de una obra que nos coloca en la Sudáfrica del postpartheid y en la que Rosélie, al igual que hizo Maryse con las letras, utilizará su arte para sobrevivir a este largo y tormentoso invierno.
Belén Araujo. La Voz de Galicia, viernes 16 de febrero de 2024.
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