Corine Pelluchon. © E. Caupei |
Hija de agricultores, fue una niña enamorada de la poesía y de los idiomas que sintió una precoz atracción hacia la filosofía. Desde los 15 años quiso saber más sobre esta disciplina, de la que su rigor y su profundidad ejercían una suerte de imán para ella. "Siempre he sido una rastreadora; no puedo evitar ir siempre a la raíz de los asuntos". Sus padres entendieron que debían apoyar la querencia de su hija por los libros, aunque , cuando empezó la carera, el programa, "demasiado anticuado y banal", la decepcionó. Pero no se rindió: fue haciendo su propio camino.
Pelluchon cree que deberíamos situar en el centro del debate político la relación con nuestro entorno. En Manifiesto animalista (Reservoir Books, 2018), sostuvo que los derechos de los animales tenían que entrar de una vez por todas en los Parlamentos. En Ética de la consideración (Herder, recién publicado) señala cómo limar nuestras dificultades para cambiar un estilo de vida propio de un modelo de desarrollo que nos conduce a la destrucción. Y la filósofa francesa señala uno de sus libros no publicado en español como el que mejor resume su pensamiento: Les Lumières à l'âge du vivant (de la editorial Seuil; Las luces en la era de los vivos), en el que explica que el mundo está dividido entre quienes viven en la dominación (la explotación laboral, la violencia de género, los animales en las macrogranjas...) y los defensores de la consideración (animalistas, feministas, partidarios de la convivencia...), que apoyan, afirma, "las luces". Su intención es acompañar a estos últimos, estructurar su pensamiento con su obra, elaborando una suerte de "revolución antropológica".
Pelluchon, que se reconoce como liberal y no enemiga del libre mercado, además de ser sensible al dolor también lo es a la belleza. Intenta rodearse de cosas bonitas y no es raro verla vestida con telas luminosas o llenas de flores. Tiene pendiente lograr tejer una red con otros filósofos y sociólogos europeos con los que compartir trabajos e investigar asuntos. Lo intentó y fracasó, pero es perseverante. "Eso sí", dice, hace falta que la gente tenga menos ego".
Carmen Pérez-Lanzac. Ideas. El País, domingo, 25 de febrero de 2024.
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