Directamente aterrizado de París, Louis llegó casi sin aliento a Caixa Forum Barcelona, donde el martes protagonizó la charla Las heridas y la literatura junto al escritor canario Roy Galán, uno de los platos fuertes del festival literario En Otras Palabras. Como si fuese el monólogo que él mismo puso en escena basándose en su propia novela ¿Quién mató a mi padre?, Louis leyó una suerte de Carta a mi hermano o un "manifiesto para la clase obrera", como él lo definió: "Hecho número uno: mi hermano murió hace un año. Tenía 38 años y una tarde lo encontraron en el suelo de su apartamento sobre sus propios excrementos. Su cuerpo había colapsado tras años de alcoholismo". Y sigue ahondando en la herida: "Mi madre me llamó llorando. Pero yo no estaba triste. No conocía a mi hermano, nunca fue una buena persona". Dibuja el retrato de un hermano mayor violento, que un día le pegó una paliza tan fuerte a su propio padre que le dejo varias semanas paralizado, al que siempre recuerda con una lata de medio litro de cerveza en la mano, que incluso al levantarse ya estaba "intoxicado" de alcohol... "Creía que los gays merecen una muerte violenta, que los negros son inferiores a los blancos... Obviamente, votaba a la extrema derecha. Durante años pegó a las mujeres con las que convivió, también a su perro", cuenta Louis desde el atril, con serenidad, casi como hablara de un personaje de ficción y no de su hermano. "No era una buena persona y aún así necesito entenderlo".
Su camino para comprender es el de la escritura, como el de Roy Galán, que también recurre a la literatura del yo. "Qué hacemos con nuestra herida? Aquellas personas que habitamos una herida estamos condenados a hablar de ella", lanza Galán, hijo de dos madres (una de ellas murió cuando él tenía 13 años) junto a su hermana melliza. Su familia, su hogar era un "espacio de libertad", el problema llegó en el colegio: un niño no podía jugar con barbies y muñecas, ni saltar a la comba, ni hacer cosas de chicas. "Viví un viaje de la rabia a la ira. Pero la literatura permite comprender al que me dicen que es mi enemigo", explica. En sus novelas juveniles, Galán propone otros horizontes, otras sensibilidades: unas referencias literarias que no existían en su época. "Ahora que está de moda la autoficción, parece que las personas que nos expresamos sin la arquitectura de la ficción no hacemos literatura, que bebemos solo de nuestros traumas. Y si la literatura es juvenil, el desprestigio es de doble grado", lamenta.
Ya sea un pueblecito francés o una isla española, tanto Louis como Galánpractican una escritura peligrosam el dangerous writing que ha acuñado el norteamericano Tom Spanbauer: sin artificios y con un lenguaje sencillo exploran los temas que dan miedo o vergüenza. "Si Nietzsche promulgaba una filosofía con martillo para romper las viejas ideologías, también hay que hacer literatura a golpe de martillo y romper todas las reglas antiguas", reivindica Louis. Y sus tres libros hasta la fecha han sido todo un martillazo a los valores de libertad, igualdad y fraternidad franceses.
"Para mí la literatura es lo contrario de un tribunal, un lugar en el que cesas el juicio e intentas entender un contexto: el de una familia, una cultura , un país... Lo que empuja a un individuo a comportarse de una determinada manera", admite Louis. Y aunque hace años que abandonó el pueblo de Hallencourt para instalarse en la luminosa París, sigue escribiendo a martillo.
Vanessa Graell. El Mundo, miércoles 15 de mayo de 2024.
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