Sara Formoso entre bambalinas. (Foto: Carlos Guerrero)
Al principio, no obstante, no era el acordeón el artilugio que le hacía nacer chiribitas de las pupilas. Ella estaba enamorada de otro más clásico y aparatoso: "Yo lo que quería era tocar el arpa pero mi familia me convenció para escoger otro instrumento; supongo que por el tamaño tan incómodo que tiene el arpa. Además, a mi abuela siempre le había encantado el acordeón".
Ahora desarrolla sus talentos en el Circo del Sol, probablemente el más famoso de todos los circos. Y el más circense. Una colección de decenas de perfiles internacionales de toda condición. Desde gente que tiene el cuerpo hecho de goma hasta, claro, músicos. Con su fuelle y su teclado siempre a cuestas, Formoso ha pisado escenarios de medio mundo. Pero la extranjería no era nueva para ella. Ya había vivido en Suiza, donde hizo sus estudios de conservatorio. Echa la vista atrás y de todos los destinos y experiencias, se queda con uno: "Para mí fue inolvidable tocar en el Albert Hall de Londres. Como músico, actuar ahí es una sensación indescriptible. Te sientes pequeñísima y, a la vez, muy agradecida".
Y eso que hubo un momento en el que no vio nada claro su futuro con las melodías y los acordes. Yo terminé la carrera bastante desanimada, porque guardaba la percepción de no tenía tanto nivel como mis compañeros de Suiza. Pero, entonces, un antiguo profesor me envió un anuncio del Circo del Sol sobre que estaba contratando músicos, así que decidí intentarlo". El resto ya se sabe. Teniendo solo 24 años, pasó en 2018 a formar parte de la troupe del Cirque du Soleil. Y, según dice, ahora mismo es incapaz de imaginarse en otro sitio. "Me veo aquí todavía por unos cuantos años más", asegura.
Saltando de continente en continente, Formoso está cumpliendo su sueño de juventud y de infancia. No solo vive de su música -una quimera para muchos, muchos que lo han intentado sin éxito antes que ella-, sino que lo hace rodeada de personas a las que rezuma por cada poro de su piel la vocación y el ansia de innovación artística.
La historia puede parecer algo vieja. La chica que, con la cabeza en las nubes y las estrellas, hizo su petate y se marchó con los idealistas de la carpa y la alegría. Una historia conocida que se repite una y otra vez. En todas las generaciones. Porque en todas las hornadas de gentes hay unos pocos que no se conforman. Que tienen le corazón en la carretera y los pies siempre en polvorosa. Porque cada uno colecciona lo que quiere. Sara Formoso colecciona sitios y memoria.
Carlos Portolés. La Voz de Galicia, martes 11 de junio de 2024.
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