Hemos escuchado no pocas veces que, para los chinos, la palabra crisis significa oportunidad. Ahora, los franceses parecen haber dado con otro término que encaja en esta definición: incendio. Al menos, uno en particular: el que asoló la catedral de Notre Dame de París el 15 de abril de 2019, que se saldó con el derrumbe del techo y de la aguja del templo, una parte no original del conjunto que había sido levantada en el siglo XIX por el famoso arquitecto y restaurador de edificios medievales Eugène Viollet-le-Duc.
Tras la evaluación de los daños, de los que se salvaron las obras de arte, surgió la consabida oportunidad: "Era una ocasión estupenda no solo para restaurar, sino también para conducir una investigación en torno a esas pinturas que decoraban el templo", subraya Emmanuel Pénicot, director de las colecciones de Mobilier National, institución dependiente del Ministerio de Cultura francés a cargo del mobiliario nacional.
El resultado de estos trabajos de restauración, que se han prolongado durante dos años y en los que han participado hasta 50 profesionales ubicados en un lugar secreto de París para evitar intrusiones, puede verse en la exposición Grandes decoraciones restauradas de Notre Dame, abierta hasta el 21 de julio en la sede de Mobilier National, en el disrito XIII. La muestra que precede a la reapertura de Notre Dame anunciada para el 8 de diciembre (día de la Inmaculada, patrona de la catedral, reúne pinturas, tapices y la enorme alfombra del coro, así como varias maquetas recientes con los diseños litúrgicos que sustituirán a los que sucumbieron a las llamas: el altar, el atril, el tabernáculo, el baptisterio y el púlpito. diseñados en 2023 por el escultor Guillaume Bardet. También las nuevas y austeras sillas que se colocarán en la nave, obra de Ionna Vautrin, de las que se producirán 1.500 ejemplares.
"La alfombra del coro (que solo se despliega en ocasiones especiales) estaba guardada en una caja, y al abrirla después del fuego, pudimos comprobar que había una plaga de polillas", apunta Vivian Sicard, encargado del departamento de la Dirección General de Asuntos Culturales francesa, en referencia nuevamente a la idea de la oportunidad. "Gracias a eso, pudimos detectarlo y salvar la parte afectada de la alfombra".
Con la lluvia de donaciones por parte de empresas y articulares que llegó después del incendio -850 millones de euros comprometidos en los primeros días tras el incendio-, el presupuesto no ha resultado un problema para este proyecto. Las obras principales de la exposición son 13 pinturas de gran tamaño (de entre tres y cuatro metros de alto y dos y tres de abcho) conocidas como los mayos, parte del lote que el gremio de los orfebres de París ofreció como regalo a la catedral cada primero de mayo desde 1630 hasta 1707. "De las 76 pinturas que se produjeron, hoy se conocen 52; el resto está perdido, abunda Pénicaut, que explica que la tradición de los mayos surgió por iniciativa de los canónigos de la catedral a raíz de la Contrerreforma. Del medio centenar de obras conocidas, 13 se encontraban en Notre Dame en el momento del incendio, mientras que el resto permanece disperso entre el Louvre, varias iglesias de Francia y una en Gran Bretaña, adquirida por un coleccionista. (...)
Junto a estas obras se despliegan en la exposición 14 tapices sobre la vida de la Virgen María tejidos en Bélgica y Francia entre 1638 y 1657. Durante un siglo estas telas decoraron las paredes de Notre Dame hasta que, como ilustra Pénicaut, en 1739 habían pasado de moda y a los canónigos dejaron de gustarles". De ese modo fueron vendidos a la catedral de Estrasburgo, donde permanecen, "Los tapices pertenecen a Estrasburgo, que ha aceptado prestárnoslos para la exposición", comenta Pénicaut...
Silvia Hernando. París. El País, miércoles 8 de mayo de 2024.
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