lunes, 17 de junio de 2024

Transgresiones de una burguesa: "El último verano"

En El último verano, Catherine Breillat reescribe la película noruega Reina de corazones (May el-Toukhy, 2019), cuya historia sobre la relación pasional entre una mujer madura y el hijo de su marido se amolda perfectamente a las coordenadas que han sostenido la filmografía de la cineasta francesa, siempre polémica y alérgica a la corrección  en su acercamiento al sexo. El material, desde luego, es explosivo, tanto por la diferencia de edad como por la relación de parentesco entre los protagonistas.

Léa Drucker interpreta con convicción a Anne, una burguesa de manual, abogada especializada en casos de abusos sexuales -algo que introduce una capa más a la construcción del personaje-, casada con un próspero y siempre ocupado empresario mayor que ella, madre de dos niñas gemelas adoptadas y con un punto rebelde, como demuestra su afición por conducir un descapotable a ritmo de rock. ¿Por qué arriesgarlo todo en una relación que condena hasta los propios códigos deontológicos de su profesión?

La cámara de Breillat, siempre con un aire academicista, se concentra en atrapar  una perturbadora dimensión física, encerrando a Anne y Theo en planos cortos a medida que se estrecha su intimidad. Esto contrastará con la frialdad de las posteriores escenas de sexo, proporcionando un mayor enigma  a los motivos para la transgresión de Anne.

Así, Breillat renunciando a cualquier psicologismo, acabará buscando lo insondable en el comportamiento de sus personajes, ya que la relación afectará a todo el núcleo familiar, incluido el marido (Olivier Rebourdin) y la hermana (Clotilde Courau), y todos responderán de manera más o menos inesperada, Así El último verano amplía su radio de acción temática, consiguiendo reflexionar  en torno a la manera en la que convivimos con la hipocresía y con la mentira.

Javier Yuste. El Cultural, 12-5-2024. 

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