Una prueba test de triatlón en el Sena./ Miguel Medina. AFP |
Rabadán nos recibe en su despacho del Hôtel de Ville, la sede municipal más grande Europa, a orillas del río, y unos días después nos volvemos a ver en su rincón favorito del Sena, en el muelle por donde llega a trabajar cada día en bicicleta. Habla español. Su familia, en parte, venía de Murcia, y llegó a Francia tras emigrar ala Argelia Francesa. Creció en Aix-en-Provence y a los 18 años subió a la capital para jugar a rugby, deporte en el que militó profesionalmente en el parisiense Stade Français y en la selección nacional. Entró en la política municipal de la mano de la alcaldesa socialista Anne Hidalgo y ocupa el cargo desde 2020. Su cartera en el equipo de Hidalgo: el Sena y los Juegos Olímpicos y Paralímpicos, indisociablemente ligados.
Por el río desfilarán las delegaciones de atletas en la ceremonia inaugural, que por primera vez se celebrará fuera de un estadio. Según Rabadán, "este es quizá el lugar desde el que mejor se ve la riqueza, la diversidad, el patrimonio, la historia de París". En el Sena se disputarán algunas pruebas de nado. Y está previsto que a partir de 2025 sea posible bañarse en tres puntos específicos cuando las condiciones sanitarias lo permitan.
Rabadán se bañó en julio de 2023, en uno de los puntos que abrirá al público, cerca del Ayuntamiento: "Fue divertido, diría que agradable. Por decir la verdad creía que el agua estaría mucho más fría. Estaba fresca, pero no fría. Nadé unos 150 metros de ida y 150 de vuelta y, como nado mal, estaba exhausto".
Hay un aire barcelonés en esta París que se vuelca en el río y aprovecha el evento deportivo para poner en marcha un plan ambicioso que debe transformarlo y devolverlo a la ciudad. Barcelona aprovechó los Juegos Olímpicos de 1992 para abrirse al mar, al que históricamente había dado la espalda. París es distinto porque la transformación olímpica ha sido más modesta, y el río siempre ha estado ahí, partiéndola por la mitad, una división geográfica y mental entre la rive droite y la rive gauche, las márgenes derecha e e izquierda. Si hoy podemos recorrerlo a pie desde que entra en la ciudad por Ivry-sur-Seine hasta que se despide en Issy-les-Moulineaux, es porque París comenzó hace tiempo a recuperar el acceso al agua al cerrar algunas vías rápidas para automóviles junto al río y permitió a locales y turistas pasear por la orilla.
"Trabajamos en la reconquista de la calidad del agua para convertir el río en un espacio donde refrescarse, un espacio de vida que se había perdido en el siglo precedente", dice Rabadán. La apertura al río, dice, permite "bajar la polución, reducir el ruido para los vecinos y establece otra relación con la ciudad y con la cuna de la ciudad que, como entre tantas otras ciudades del mundo entero, es el agua". "En ciudades muy minerales como esta, muy construida y muy densa", dice, el Sena es un lugar de frescor, de desconexión del ritmo acelerado, un lugar más agradable para vivir".
El Sena es vida y muerte. Río abajo, en una de las zonas más turísticas, otra placa dice. Brahim Bouraam, 1965´1995, víctima del racismo. Asesinado en este lugar el 1 de mayo de 1995". La noticia de El País al día siguiente, firmada por el corresponsal Enric González, arrancaba: "Un joven marroquí murió durante la manifestación ultraderechista de París. Brahim Bouraam, de 29 años fue arrojado al Sena desde el puente del Carrusel (frente al Louvre) por un grupo de cabezas rapadas, y falleció ahogado". Más atrás : el 17 de octubre de 1961, decenas de argelinos fueron asesinados por disparos de la policía o lanzados al río, un episodio de la guerra de independencia de Argelia en el corazón de Francia que los historiadores Jim House y Neil MacMaster califican en el libro París 1961 como la represión de Estado más violenta contra una manifestación callejera "en la historia moderna de la Europa occidental".
El Sena es lo contrario de n río virgen. Esta lleno de significados y recuerdos, demasiado lleno a veces: una cebolla con interminables capas. Aquí está el túnel donde murió Lady Di; enfrente la catedral rusa apodada San Vladimiro por Putin; más allá la estatua del zuavo barbudo, el soldado de la Argelia colonial que, apostado en uno de los pilares del puente frente al que nos encontramos, "es el controlador municipal oficioso de las crecidas de la ciudad", escribe la veterana periodista norteamericana Elaine Sciolino en The Seine. The river that Made Paris (El Sena. El río que creó Paris). "Si sus zapatos puntiagudos están sumergidos", apunta, "el río está por encima de su nivel". Todo esto -Diana, Putin, el zuavo- sin movernos del puente de Alma...
Marc Bassets, El País Semanal, sábado 1 de junio de 2024.
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