La boulonnaise, 1922-23 (Museo del Prado)
¿Cómo pudo olvidarla voluntariamente la historiografía del arte? ¿A ella y a tantas otras, quizás por ser demasiado femeninas y sexuales como Suzanne Valadon (con exposición también en el MNAC de Barcelona)? Ambas, por motivos opuestos, fueron consideradas mujeres desnaturalizadas e indeseables; maltratadas y marginadas. Blanchard fue acosada desde niña por su cuerpo hostil, jorobado y enano. El arte y la belleza era lo único que la salvaba. Su resiliencia fue asombrosa; florece en equilibrados fondos, en sus dibujos de proporción y encaje perfectos, en no dejar de pintar nunca.
Todo esto se vislumbra en la exposición que podemos disfrutar hasta septiembre en el Museo Picasso de Málaga. Después de una gran exposición en 2012, en el Museo Reina Sofía, por fin, doce años después, se reúne una completa revisión de su trabajo en 85 obras: óleos, pasteles y dibujos procedentes de más de 50 instituciones y grandes colecciones públicas y privadas. Una estupenda panorámica de una gran artista, no solo en el ejercicio del cubismo -que pintó en tonos alegres y dulces, con arabescos y perspectivas multiplicadas como reflejos de cristales rotos-, también en la construcción de un impecable estilo, postcubista, en el que declina temas clásicos como maternidades, bodegones o escenas domésticas. Destacan los exquisitos dibujos a pastel en los que Blanchard domina ese velo de enigma y belleza cubre sus tristes figuras, que parecen resplandecer en su propia melancolía, y que, muy probablemente eran espejo de la suya, además de la exhibición por primera vez en España, de tres obras inéditas: el pastel Joven en la ventana abierta (1924) y los óleos El almuerzo (1922) y La niña de la pulsera (1922-1923).Nace el mismo año que Picasso, 1881, con cifoescoliosis, una malformación congénita de la columna vertebral que le provocó enanismo y una dislocación bilateral de la cadera. Un "cuerpo de bufón de ópera" como escribió Lorca. Su familia, de clase alta, la apoyaba para que estudiase artes como un medio para evitar ser señalada por su discapacidad. A los 23 años se traslada a Madrid para estudiar con los pintores Emilio Sala y Sotomayor. En 1900 obtiene una beca del Ayuntamiento de Santander para ir a París donde estudió en la Academia Vitti con Kees van Dongen y participó brevemente en el fauvismo. Se integró en los ambientes de emigrados de la vanguardia parisina y comienza a experimentar la abstracción cubista. Allí conoce a Juan Gris y se hacen íntimos amigos, también de Lipxhitz , Picasso, Georges Braque y Diego de Rivera, con quien compartió estudio y vivienda antes de que se casara con Frida Kahlo.´
Aunque vuelve a España para presentarse a unas nuevas oposiciones de maestra en las Escuelas Normales, que aprueba , vuelve a París en 1915 . Allí pasaría el resto de su vida, con un papel preponderante en la vida cultural francesa, siendo reconocida como pintora. Mientras, pinta mujeres de rostro cansado, melancólico y humano como en La española (1910-1913), que se puede ver en Málaga...
Los niños de Blanchard son tristes, tristísimos: "Hubiera mandado a paseo todos sus lienzos y toda la gloria del mundo por poder sostener en sus brazos a su propia criaturita", escribió su buena amiga la escritora Isabelle Rivière. Blanchard resalta la grandeza de lo pequeño y evita la supremacía de lo masculino. Las maternidades y los retratos infantiles no solo aludía a la tradición renacentista, sino que después de los 1,4 millones de muertos de la I Guerra Mundial se reclamaba a las mujeres el torno al hogar como madres... Era una cuestión política, de supervivencia patria.
Una exposición imprescindible para recordarnos la enorme artista de los márgenes que fue la Blanchard, en lo estético y en lo ético...
María Marco. El Cultural, 10-5-2024.
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