Ángelica Liddell en una escena de Dämon- El funeral de Bergman.
(Foto: Festival de Aviñón/Christophe Reynaud de Lage)
El suyo es un teatro políticamente incorrecto, desagradable e incómodo hasta el punto que muchos espectadores han acabado vomitando, desmayándose o abandonando la sala antes de que el espectáculo termine. Refleja odio, impotencia, una decepción profunda. Combina la belleza de las mejores composiciones de música clásica con la violencia textual. Y sus obras duran lo que tienen que durar.. Por ejemplo, seis horas. Sobre el escenario, una vaca abierta en canal. Su propia sangre. Angélica Liddell expone sin límites la parte más miserable de la condición humana sin tener por objetivo provocar, sino hacer que la realidad sea insoportable para el espectador. Según ella, la crueldad educa más que la moral, por eso le preocupa la censura soterrada de países supuestamente libres.
Liddell no es una persona accesible. Se identifica con los inadaptados, los enfermos, los rechazados. Conecta con Artaud, Pasolini, Bernhard, Genet, Rimbaud, Sade, Fassbinder, Bataille, Bergman, Nietzsche y utiliza el teatro para abordar problemas existenciales, como el sufrimiento o la muerte. También sociales como el feminicidio, el abuso sexual o la opresión.
Vincent Baudriller, el primer director que la invitó a Aviñón, fue quien salvó su carrera al invitarla, en 2010 a presentar sus dos últimas obras, El año de Ricardo y La casa de la fuerza, que paradójicamente habían supuesto un estruendoso fracaso económico porque apenas habían sido programadas en España. El éxito en Aviñón fue rotundo; los aplausos emocionantes, las entradas se agotaron tras la primera función. "Pocos artistas tienen el coraje de adentrarse tan profundamente en la complejidad del ser humano. Angélica es muy generosa porque deja mucho de su vida en esta investigación artística. Como público nos enfrentamos a una obra de Liddell, pero no hay que olvidar que ella está físicamente en escena. Nos pide ir lejos, pero ella también viene", puntualiza Baudriller, que programó cinco de sus obras en Aviñón y otras dos en el Théâtre Vidy-Lausanne de Suiza, que actualmente dirige.
"Gracias a todos los teatros franceses que le abrieron sus puertas a una sombra (...) Ha sido aquí donde he podido gozar de los momentos más hermosos de mi vida, no solo de mi profesión sino de mi vida", dijo la creadora teatral al recoger las insignias de caballero de las Artes y las Letras de Francia en 2017.
En 2018, Liddell volvió a los escenarios españoles motivada por el cambio de dirección de los Teatros del Canal, liderados por Natalia Álvarez y Álex Rigola, destacando que las entradas para sus obras se agotan en menos de dos horas desde que salen a la venta. Aplausos de una audiencia que parece estar dándole las gracias, felicitándola, pidiéndole que no lo abandone. Confiando en que las instituciones españolas reaccionen, aunque sea por dignidad, aunque sea por vergüenza.
Ana Vidal Egea. El País, domingo 23 de Junio de 2024.
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