Anne Hidalgo y Tony Estanguet. © ANSA/ EPA |
Estábamos hace unos días con el fotoperiodista Albert García en el monumental despacho de Anne Hidalgo en el Hôtel de Ville, el Ayuntamiento de París. La semana anterior la alcaldesa de París se había bañado en el Sena. Hubo un ausente en la cita, pese a que había dado a entender que estaría: el presidente Emmanuel Macron. En el país de la langue de bois -literalmente la lengua de madera: la costumbre de tantos políticos de hablar por no decir nada-, la sinceridad se agradece. Y la respuesta de Hidalgo cuando mencionamos la ausencia de Macron fue rotunda, por decirlo con suavidad.
Los juegos han empezado. Y no hay tregua entre el Elíseo y el Hôtel de Ville. "¡Hagan juegos!", este fin de semana en Libération. "Entre Emmanuel Macron y Anne Hidalgo, rien ne va plus". Se refiere a la expresión del croupier con la ruleta y puede significar también: "Ya nada va bien".
Libération sostiene que Hidalgo, aunque en la ceremonia inaugural lógicamente se sentase en la tribuna de autoridades, "brilló por su ausencia, en las pantallas y en los discursos oficiales". Macron, según el diario de izquierdas, voluntariamente la "eclipsó" y la "invisibilizó". El Elíseo lo niega.
París es una ciudad dual. La rive gauche, intelectual; la rive droite, comercial. El oeste burgués y conservador; el este, popular y revolucionario (el mapa de los barrios que se levantaron en la Comuna de París coinciden ahora con los que votan a a izquierda). Y otra dualidad: el Palacio del Elíseo y el Hôtel de Ville, los dos polos del poder político que el peatón estos días ha podido visitar.
Primera etapa: recepción en los jardines del Elysée. Los perros - Nemo y los galgos kazajos Jules y Jeanne- pasean entre los invitados. Hay periodistas que piden selfies con Emmanuel. Ni una palabra sobre la alcaldesa. Corrillo en torno a Brigitte, quien intenta explicar por qué las primeras damas tienen la influencia de la que se les atribuye: "Nos oyen, nos escuchan, pero no siempre hacen lo que les decimos".
Segunda etapa: almuerzo en el Hôtel de Ville. El tema son los Juegos. Y Macron. Frases apuntadas al vuelo cuando habla del presidente y sus colaboradores y su voluntad de marginarla durante los preparativos: "Han sido muy duros... Intentaron apartarme... Actitudes políticas extrañas..."
Rien ne va plus. Y ahora, mientras el peatón mira el boxeo por televisión y redacta estas líneas, piensa que el verdadero deporte de combate es la política, y que una de las competiciones que habrá que seguir estas semanas será la que enfrentará a Hidalgo con Macron. Y se acuerda de Barcelona 92, donde había un jefe del Estado y otro del Gobierno, y un alcalde y un jefe del COI barcelonés, y un presidente autonómico, y todo acabó funcionando. Aquellos fueron los Juegos de Pascal Maragall, acaso los de Juan Carlos I o los de Samaranch...
Y piensa que en París quizá no sean ni el presidente ni la la alcaldesa quienes se lleven esta medalla de oro. Porque hay otro candidato, un tipo que ya ganó tres oros olímpicos durante su carrera como canoísta, que se pasea con zapatillas deportivas por los pasillos del poder y al que todos conocen por "Tony". Es Tony Estanguet, el presidente del Comité Organizador.
Este invierno, ante un plato de pasta en un restaurante en el extrarradio norte de París, el peatón le preguntó qué le quitaba el sueño. "A mí, personalmente, no gran cosa", respondió Tony. "Nada muestra que no lo vayamos a lograr". El tiempo, por ahora, le da la razón.
Marc Bassets. El País, lunes 29 de julio de 2024.
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