jueves, 22 de agosto de 2024

Profeta Houellebecq

Michel Houellebecq dice haberse retirado de la literatura, pero la última novela de su carrera termina con unas elecciones presidenciales francesas que celebran en 2027. Aunque aparecen Éric Zemmour y Marine Le Pen, el ganador es un personaje de ficción que continúa las políticas del centro liberal con la bandera de la startup nation de su predecesor, una referencia obvia a Emmanuel Macron. En la vida real, Macron es fan de Houellebecq y en 2019 le entregó personalmente la Legión de Honor, enmendando un sistema literario que nunca ha podido digerir que su enfant terrible sea el autor francés contemporáneo más leído en el mundo. Naturalmente, dentro de la novela, la victoria del macronismo no es una buena noticia, sino el último capítulo de en la lenta decadencia de Francia en particular y de Occidente en general. La idea es que la división ideológica es una comedia fútil de la que ni siquiera se escapan los extremos, porque el problema de la política moderna es la modernidad misma. Entre el nihilismo y la ternura, el thriller político se va deshinchando y las últimas páginas se llenan de meditaciones metafísicas tristes.

Las legislativas de 2024 no llegan en un buen momento para Houellebecq. Aniquilación no fue un hit. El último libro publicado desde entonces, Unos meses de mi vida, octubre 2022-marzo 2023, quería autojustificar una serie de desastres en las relaciones públicas del escritor: la participación en una película pornográfica-artística que, pese a la cruzada legal de nuestro antihéroe, acabará viendo la luz, y una entrevista con Michel Onfray que le costó las ya clásicas denuncias por incitar al odio contra el islam. Houellebecq ha intentado recuperar el control de la narrativa, pero ha acabado retratándose como alguien surrealistamente errático y perdido, siempre medio borracho, despreocupado y fácil de manipular. A raíz de la entrevista con Onfray, Joan Bardella salió a decir que las palabras de Houellebecq sobre los musulmanes  son "excesivas".

La caída en desgracia de Houellebecq hace justicia poética a la misma lucidez profética que lo ha llevado a la cima. Plataforma, publicada en 2001, culminaba con un atentado terrorista en la isla de Bali, y en 2002 dos bombas mataron a 200 personas en el mismo lugar. Sumisión imagina la rendición de Francia a través de una alianza entre islamistas y progresistas, y el mismo día en que el libro salía al mercado tenían lugar los hechos de Charlie Hebdo. Serotonina describía una revuelta campesina antes del episodio de los chalecos amarillos. Ampliación del campo de batalla, publicada en 1991, estaba protagonizada por un informático misógino antisocial muchas décadas antes de que dispusiéramos de la palabra incel. (...)

La Francia que vota estos días, cuna de un hilo cultural que va de la Ilustración a la deconstrucción, intenta encontrar una salida secular al problema de la modernidad. Los extremos instrumentalizan a Houellebecq porque es un escritor brillante y la lucidez de su crítica no tiene parangón. Pero quizás la clave es que sus lectores comparten el convencimiento íntimo de que no hay solución. En el último intercambio de Aniquilación, el protagonista, un enarca llamado Paul Raison (mitad fe paulina, mitad razón científica) agoniza a causa de una enfermedad terminal y habla con su mujer: "No creo que estuviera a nuestro alcance cambiar las cosas". Ella responde: "No, querido mío. -Le miró a los ojos, sonriendo a medias, pero en la cara brillaban unas lágrimas-. Habríamos necesitado mentiras maravillosas".

Joan Burdeus. Babelia. El País, sábado 6 de julio de 2024.

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