lunes, 12 de agosto de 2024

Un peatón en París. Nadar, bailar, (sobre)vivir

Léon Marchand. (EFE/Lavandeira Jr)
Antes que Léon, mucho antes, estuvo Alfred. Hoy pocos recuerdan a Alfred Nakache y su celebridad actual está años luz de la Léon de Marchand, el muchacho de los cuatro oros y el ídolo de los franceses en París 2024. Pero, entre prueba y prueba de natación y mientras por momentos se dejaba llevar por la leonmanía, el peatón ha devorado El nadador, el libro de Pierre Assouline sobre Nakache. Y hay frases que parecen estar escritas pensando en Marchand.

Por ejemplo: "Nadar, bailar. La natación no es un esfuerzo, sino una coreografía". Y unas líneas después: "Él sonríe antes de zambullirse, sonríe al salir de agua". Esta es la historia de otro ídolo francés de la natación. Su vida atravesó el siglo XX, o fue atravesado por este siglo, sus crímenes y sus tragedias. Durante tiempo quedó injustamente olvidado, pero Alfred Nakache (1915-1983) fue una estrella en Francia y en Europa, 15 veces campeón de Francia, campeón del mundo universitario y de África del Norte, medalla de plata en los Juegos Macabeos, dos veces récord del mundo.

Alfred Nakache. (Foto de AFP)
Podría contarse así su historia, pero el palmarés explica poco o nada. Assouline, en un café parisino, lo cuenta así: "Es el único atleta del mundo que fue seleccionado para dos Juegos Olímpicos, Berlín 1936 y Londres 1948, y que además entre ambos fue deportado a Auschwitz y Buchenwald". Nakache era un judío de la Argelia francesa. En Berlín 1936, los JJ OO de Hitler, quedó cuarto en la carrera de relevos por delante de los alemanes. Cuando en 1940 los alemanes ocuparon media Francia, dejó París por Toulouse, donde se sentía más seguro. Participó en la Resistencia mientras seguía compitiendo. Alguien lo denunció, probablemente otro nadador, Jacque Cartonet, miembro de la milicia francesa pronazi. Alfred, su mujer, Paule y su hija, Annie de dos años, fueron detenidos a finales de 1943 y deportados a Auschwitz. En la entrada del campo, Alfred tuvo que separarse de Paule y Annie. Nunca más volvió a verlas.

Alfred pesaba 85 kilos cuando fue deportado y 45 cuando recobró la libertad. Lo extraordinario es que, tres años después, participó en Londres. No ganó ninguna medalla, y no importaba. Escribe Assouline: "No sube al podio pero no tiene anda de un dios caído. Su presencia basta. No ha luchado contra el cronómetro sino contra la barbarie que no ha logrado abatirlo. Esta es su victoria y nadie puede quitársela".

Alfred, Léon: nada tienen en común aquella vida heroica y trágica y esta vida prometedora y feliz. "Hay puntos en común explica el escritor. "Primero, Toulouse, ciudad de adopción de Alfred y la ciudad natal de Léon". "Luego los Dauphins de TOEC". Es el nombre del club de Toulouse al que perteneció Alfred y, décadas después, Léon. "Lo que marca la diferencia entre los campeones", sigue, "es el factor humano. Personas como Alfred Nakache, el judoca Teddy Riner, son buenos tipos. Léon es excepcional: me recuerda a Tintín".

A Léon le queda una vida por delante. Alfred, después de Auschwitz, de Londres, de una segunda vida como profesor de gimnasia, sufrió un infarto mientras nadaba en el Mediterráneo a unos metros de la frontera con España. Le encantaba escuchar en el tocadiscos El emigrante de Juanito Valderrama, y en su rostro había tristeza pero era una "tristeza luminosa". Tenía 67 años. "El relato de su existencia", escribe Assouline, "podría resumirse en una frase: nació, nadó, murió".

Marc Bassets. El País, martes 6 de agosto de 2024.

No hay comentarios:

Publicar un comentario